Por
aquellos días de creciente consumo tabacalero con raíz itálica que analizamos
estadísticamente en las últimas entradas (es decir, décadas finales del siglo
XIX), el puro toscano formaba parte de un elenco cuyos demás componentes no se
quedaban atrás en fama y éxito de ventas. Como bien saben los lectores de este
blog, hubo dos casos particularmente remarcables por su elevado y bien documentado
dispendio entre el público fumador que habitaba la Argentina de entonces. Nos
estamos refiriendo, por supuesto, al Cavour y al Brissago, de los
cuales hemos hablado en numerosas oportunidades, dedicándoles incluso entradas
exclusivas para conocerlos y degustarlos, tanto aquí como en Consumos del
Ayer (1). Hoy nos decidimos a hacer algo diferente dentro de la misma
línea: probar los tres juntos en base a algunos de sus representantes actuales
más característicos.
Para la
ocasión seleccionamos marcas y/o módulos no catados anteriormente, a saber: el genuino Antico Toscano, el caliqueño valenciano El Corsari (recordemos
que es lo más parecido al viejo Cavour italiano, el único de la terna que no se
fabrica más) y el “Virginia” (sinónimo de Brissago) de la reconocida
casa suiza Villiger, todos ellos adquiridos por el que suscribe en
diferentes viajes realizados hace tiempo. Además de cotejar cigarros europeos
bien alejados del estilo habanero más estereotipado (lo cual sería un excelente
fin en sí mismo), el propósito de la ceremonia consistió en indagar algo más
sobre el motivo que volvió triunfador al toscano frente a sus competidores
decimonónicos. En efecto, para 1910, nuestro leitmotiv se había transformado en el puro peninsular
por antonomasia frente a la debacle de todos sus semejantes. Amén de algunos
aspectos prácticos que hemos mencionado en entradas subidas con anterioridad
(tamaño, potencia, precio), quizás esta fumada conjunta nos ayudaría a entender
un poco más el fenómeno (2). Para reforzar la hipótesis de que los tres se
equiparaban en fama algunas décadas antes, veamos el siguiente anuncio
aparecido hace ciento treinta años en un periódico nacional (3).
Diario "El Municipio", Rosario, 24/12/1887
Bien,
yendo a la cata en sí misma, éstas son las conclusiones obtenidas en cada caso:
Antico
Toscano:
módulo que constituye el escaño mayor de la línea básica tradicional toscanera,
compuesta además por Classico y Extra Vecchio. Sin dudas es el
más potente de todos, lo cual se percibe claramente en sus tonos ahumados y su
sabor carnoso que retrotrae la memoria sensorial a recuerdos invernales
(fogata). Tiene cierta complejidad detectable luego de algunos minutos de
encendido, en sintonía con un humo denso y contundente. Un cigarro pleno, que
hace honor a la inveterada capacidad que tienen los toscanos para colmar el
paladar con sabores rotundos y duraderos. Para fumarlo de principio a fin sin
interrupciones en el modo amezzato son necesarios alrededor de 30 a 45 minutos.
Caliqueño
El Corsari (Cavour): como ya explicamos oportunamente, es lo más cercano al Cavour que
existe hoy en términos de formato, tipo de tabaco y modalidad de elaboración.
Aquí notamos un muy buen cigarro, bien
armado, de tiro fácil. No es tan potente como el toscano pero comparte cierta
semejanza de base mineral y
terrosa, coetánea a un dejo de nueces y madera. En otras palabras, es
bastante sabroso aunque carece de los enérgicos acentos ahumados toscaneros.
Ello se condice con todo lo que sabemos
sobre el auténtico Cavour italiano de antaño, que se manufacturaba con métodos
parecidos a los del toscano, pero no iguales. Su
tiempo de consumo ronda los 30 minutos.
Villiger
Virginia: seguramente
el más curioso y olvidado no obstante continuar en el mercado europeo merced a
un puñado de fábricas suizas, austríacas y alemanas que aún lo producen. Su
calibre realmente angosto, sumado a su acentuada longitud (17,5 cm), le brinda
un perfil de cigarro elegante y estilizado, lo cual seguramente contribuyó
mucho a su esplendor en la segunda mitad del siglo XIX. Por supuesto, esas
mismas razones hacen que su caudal de humo sea discreto sin detrimento de un
tiro correctísimo. Aromáticamente, en este caso particular, cuenta con un
intenso borde ahumado (no fue así en la otra marca que catamos anteriormente),
si bien su sabor no llega a expresarse particularmente potente. Se consume en 1
hora.
Buscábamos
una explicación extra sobre triunfo final del toscano hacia 1900, y podemos
decir que la encontramos. El Cavour y el Brissago son productos realmente ricos
y atractivos que gustosamente puede abordar cualquier amante de los tabacos
italianos. Sin embargo, el toscano los supera a ambos en personalidad. Y no se
trata de ser más fuerte (lo cual, llegado el caso, se puede obtener de
muchas maneras) sino de acreditar un carácter único e inconfundible, producto de la tradición que
ya cuenta con casi 200 años de existencia desde su aparición en la bella ciudad de Florencia. Pero más allá de las singularidades y
virtudes sopesadas, lo mejor es tomar conciencia de que fumamos tres puros que llegaron a ser, hace muchísimo tiempo, extremadamente comunes en
nuestro país. Y de eso se trata, en definitiva: de rescatar la historia argentina a través de su artículo cigarrero más popular durante un siglo.
Notas:
(1) En
la siguiente entrada hay links a todas las degustaciones de cigarros italianos
que efectuamos entre 2012 y 2015, incluyendo las correspondientes a Cavour y
Brissago. http://traslashuellasdeltoscano.blogspot.com.ar/2015/12/antologia-de-degustaciones-un-viaje.html
(2) Hay
otras razones de orden histórico que esbozamos alguna vez. Por ejemplo, Cavour
y Brissago fueron cigarros que nunca pudieron librarse de un consumo
fuertemente circunscripto a regiones específicas (Piamonte y Véneto,
respectivamente), mientras que el toscano terminó extendiéndose por toda
Italia.
(3) Con
el Brissago escrito al modo local, son una sola s.