sábado, 23 de septiembre de 2017

Treinta años de consolidación II

Tal como vimos en la entrada anterior, el primer decenio de los cigarros italianos en Argentina estuvo marcado por un gradual pero bien perceptible aumento en las cifras anuales de importación. En ese entonces aún reinaban los puros de origen paraguayo, brasilero y cubano, a la vez que se incrementaba la comercialización de otros orígenes europeos como Alemania y Francia. No obstante, el año 1870 marca el comienzo de un notable proceso que no se detendría por las siguientes siete décadas: la llegada y permanencia de Italia en el “podio” de los tres países de origen mejor posicionados dentro del rubro cigarros de hoja. En ésta y la siguiente entrada analizaremos las cifras en cuestión, que nos dan una idea bastante acabada sobre  el lapso decimonónico concreto en que los puros peninsulares dejaron de ser una rareza propia de su colectividad para constituirse en los más fumados de nuestro país.


Los primeros cinco años se desarrollan con marcados altibajos numéricos en todos los casos (1), aunque Italia nunca deja de formar parte de la terna más exitosa, según podemos apreciar a continuación de acuerdo con cifras de la Estadística  General de Comercio Exterior expresadas en unidades:

1870: 1° Francia (32.966.000), 2° Alemania (17.759.000), 3° Italia (1.900.000)
1871: 1° Italia (10.874.000), 2° Alemania (9.596.000), 3° Francia (7.125.000)
1872: 1° Alemania (21.683.000), 2° Italia (17.038.000), 3° Paraguay (5.678.000)
1873: 1° Italia (26.565.000), 2° Alemania (22.397.000), 3° Francia (17.409.000)
1874: 1° Francia (18.273.000), 2° Alemania (9.187.000), 3° Italia (9.086.000)

Considerando el mercado tabacalero argentino de entonces se advierte claramente la irrupción de los productos europeos en detrimento de los americanos. En efecto, Brasil y Paraguay sólo volverán a aparecer muy esporádicamente en el pedestal del terceto más vendido  hasta bien entrado el siglo XX, mientras que los habanos  legítimos de Cuba se habían convertido en artículos de élite, demasiado caros como para ser importados de modo masivo. Por desgracia no existe la data de 1875 a 1879 con el necesario grado de detalle que requerimos en nuestras tareas investigativas (2), pero no parece existir ninguna razón para pensar que el panorama recién descripto haya cambiado durante ese quinquenio, más aún si continuamos atisbando los números de la década siguiente según consta en otro informe oficial denominado Estadística del Comercio y de la Navegación.


Aquí van todos los “podios” desde 1882 a 1888 con algunas aclaraciones adicionales que señalamos en nota al pie (3).

1882: 1° Italia (7.850.000), 2° Paraguay (4.092.000), 3° Alemania (3.588.000)
1883: 1° Italia (5.531.000), 2° Alemania (4.813.000), 3° Francia (4.792.000)
1884: 1° Francia (10.744.000), 2° Italia (6.288.000), 3° Paraguay (3.415.000)
1885: 1° Bélgica (12.495.000), 2° Alemania (8.155.000), 3° Italia (7.074.000)
1886: 1° Alemania (9.963.000), 2° Italia (8.170.000), 3° Bélgica (6.452.000)
1887: 1° Italia (16.636.000), 2° Bélgica (14.450.000), 3° Alemania (12.788.000)
1888: 1° Bélgica (21.161.000), 2° Italia (18.517.000), 3° Alemania (10.269.000)

En principio, una mirada rápida parece sugerir que los cigarros italianos cumplen más o menos el mismo papel que aquellos provenientes de Francia, Alemania o Bélgica, pero si volvemos a mirar con mayor detenimiento los doce períodos anuales indicados entre 1870 y 1888 saltan a la vista dos detalles que viene al caso referir: Italia es el único país que aparece en todos los casos sin ninguna excepción, y es el que más veces ocupa el primer lugar. Desde luego que eso no es todo, ya que hay muchas cosas para apuntar respecto a la enorme diferencia entre los productos de la tradicional industria tabacalera itálica (que elaboraba un alto porcentaje  de ejemplares nativos de su terruño, propios, típicos e inconfundibles) y sus pares del resto de Europa (que se orientaban casi exclusivamente a las imitaciones de puros extranjeros, en especial de los cubanos).


Pero de ello hablaremos en la próxima y última entrada de la serie, junto con la continuación de las estadísticas que marcan el despegue total y definitivo del cigarro italiano como favorito de nuestro público, esta vez de manera contundente.

                                                               CONTINUARÁ...

Notas:

(1) Las fluctuaciones de un año a otro en las importaciones de todos los países son tan pronunciadas que bien cabe preguntarse los motivos. Más allá de alguna coyuntura histórica puntual de carácter internacional (crisis europeas, guerras, etc.), existe para dicho fenómeno una explicación vernácula que sabemos cierta en el caso de los cigarros italianos: no había entonces  un importador único y oficial, sino que cualquier comerciante o empresario del tabaco podía comprar y traer tales mercaderías. Casi con seguridad, esa variopinta gama de interesados no adquiría los productos con la intención de desarrollar el mercado prolija y gradualmente, como ocurriría a partir de 1897 con el establecimiento de un agente importador exclusivo. Bien el contrario, todo indica que las compras y los stocks se movían con la lógica del corto plazo.
(2) Durante ese período sólo se publicó un brevísimo resumen llamado Cuadro General del Comercio Exterior, que contiene las cifras totales sin ninguna puntualización sobre sus procedencias.
(3) Desde 1861 hasta 1879 los cigarros fueron asentados en unidades. A partir de 1880 se volcaron por su peso en kilogramos. Por convención se acepta que un kilo de cigarros equivale a 200 unidades. Lo que expresamos aquí es el número final que surge de multiplicar los kilos importados cada año por doscientos  (redondeado a miles, para una lectura más simple).


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