Tal como vimos en la entrada anterior, el primer decenio de
los cigarros italianos en Argentina estuvo marcado por un gradual pero bien
perceptible aumento en las cifras anuales de importación. En ese entonces aún
reinaban los puros de origen paraguayo, brasilero y cubano, a la vez que se
incrementaba la comercialización de otros orígenes europeos como Alemania y
Francia. No obstante, el año 1870 marca el comienzo de un notable proceso que
no se detendría por las siguientes siete décadas: la llegada y permanencia de
Italia en el “podio” de los tres países de origen mejor posicionados dentro del
rubro cigarros de hoja. En ésta y la siguiente entrada analizaremos las
cifras en cuestión, que nos dan una idea bastante acabada sobre el lapso decimonónico concreto en que los
puros peninsulares dejaron de ser una rareza propia de su colectividad para
constituirse en los más fumados de nuestro país.
Los primeros cinco años se desarrollan con marcados
altibajos numéricos en todos los casos (1), aunque Italia nunca deja de formar
parte de la terna más exitosa, según podemos apreciar a continuación de acuerdo
con cifras de la Estadística General
de Comercio Exterior expresadas en unidades:
1870: 1° Francia (32.966.000), 2° Alemania
(17.759.000), 3° Italia (1.900.000)
1871: 1° Italia (10.874.000),
2° Alemania (9.596.000), 3° Francia (7.125.000)
1872: 1° Alemania (21.683.000), 2° Italia (17.038.000), 3° Paraguay
(5.678.000)
1873: 1° Italia (26.565.000),
2° Alemania (22.397.000), 3° Francia (17.409.000)
1874: 1° Francia (18.273.000), 2° Alemania
(9.187.000), 3° Italia (9.086.000)
Considerando el mercado tabacalero argentino de entonces se
advierte claramente la irrupción de los productos europeos en detrimento de los
americanos. En efecto, Brasil y Paraguay sólo volverán a aparecer muy
esporádicamente en el pedestal del terceto más vendido hasta bien entrado el siglo XX, mientras que
los habanos legítimos de Cuba se habían
convertido en artículos de élite, demasiado caros como para ser
importados de modo masivo. Por desgracia no existe la data de 1875 a 1879 con el
necesario grado de detalle que requerimos en nuestras tareas
investigativas (2), pero no parece existir ninguna razón para pensar que el
panorama recién descripto haya cambiado durante ese quinquenio, más aún si continuamos
atisbando los números de la década siguiente según consta en otro informe
oficial denominado Estadística del Comercio y de la Navegación.
Aquí van todos los “podios” desde 1882 a 1888 con algunas
aclaraciones adicionales que señalamos en nota al pie (3).
1882: 1° Italia (7.850.000),
2° Paraguay (4.092.000), 3° Alemania (3.588.000)
1883: 1° Italia (5.531.000),
2° Alemania (4.813.000), 3° Francia (4.792.000)
1884: 1° Francia (10.744.000), 2° Italia (6.288.000), 3° Paraguay (3.415.000)
1885: 1° Bélgica (12.495.000), 2° Alemania
(8.155.000), 3° Italia (7.074.000)
1886: 1° Alemania (9.963.000), 2° Italia (8.170.000), 3° Bélgica (6.452.000)
1887: 1° Italia (16.636.000),
2° Bélgica (14.450.000), 3° Alemania (12.788.000)
1888: 1° Bélgica (21.161.000), 2° Italia (18.517.000), 3° Alemania
(10.269.000)
En principio, una mirada rápida parece sugerir que los
cigarros italianos cumplen más o menos el mismo papel que aquellos provenientes
de Francia, Alemania o Bélgica, pero si volvemos a mirar con mayor detenimiento
los doce períodos anuales indicados entre 1870 y 1888 saltan a la vista dos
detalles que viene al caso referir: Italia es el único país que aparece en
todos los casos sin ninguna excepción, y es el que más veces ocupa el primer
lugar. Desde luego que eso no es todo, ya que hay muchas cosas para apuntar
respecto a la enorme diferencia entre los productos de la tradicional industria tabacalera
itálica (que elaboraba un alto porcentaje
de ejemplares nativos de su terruño, propios, típicos e inconfundibles) y
sus pares del resto de Europa (que se orientaban casi exclusivamente a las
imitaciones de puros extranjeros, en especial de los cubanos).
Pero de ello hablaremos en la próxima y última entrada de la
serie, junto con la continuación de las estadísticas que marcan el despegue
total y definitivo del cigarro italiano como favorito de nuestro público, esta
vez de manera contundente.
CONTINUARÁ...
Notas:
(1) Las fluctuaciones de un año a otro en las importaciones
de todos los países son tan pronunciadas que bien cabe preguntarse los motivos.
Más allá de alguna coyuntura histórica puntual de carácter internacional
(crisis europeas, guerras, etc.), existe para dicho fenómeno una explicación
vernácula que sabemos cierta en el caso de los cigarros italianos: no había
entonces un importador único y oficial,
sino que cualquier comerciante o empresario del tabaco podía comprar y traer
tales mercaderías. Casi con seguridad, esa variopinta gama de interesados no
adquiría los productos con la intención de desarrollar el mercado prolija y
gradualmente, como ocurriría a partir de 1897 con el establecimiento de un
agente importador exclusivo. Bien el contrario, todo indica que las compras y
los stocks se movían con la lógica del corto plazo.
(2) Durante ese período sólo se publicó un brevísimo resumen
llamado Cuadro General del Comercio Exterior, que contiene las cifras
totales sin ninguna puntualización sobre sus procedencias.
(3) Desde 1861 hasta 1879 los cigarros fueron asentados en
unidades. A partir de 1880 se volcaron por su peso en kilogramos. Por
convención se acepta que un kilo de cigarros equivale a 200 unidades. Lo que
expresamos aquí es el número final que surge de multiplicar los kilos
importados cada año por doscientos
(redondeado a miles, para una lectura más simple).
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