lunes, 26 de junio de 2017

Confrontando épocas y continentes: Regia Italiana 1945 vs Extra Vecchio 2015

Hace poco menos de un quinquenio realizamos nuestra segunda cata de toscanos en Consumos del Ayer (1), cuyos protagonistas fueron unos singulares Regia Italiana datados en mitad de la década de 1940. Independientemente del renombre, la popularidad y el caudal productivo que alcanzó la marca en cuestión a mediados del siglo XX (casi comparable con Avanti), existe un dato crucial para las finalidades históricas perseguidas por este blog:  se trata de los cigarros más antiguos que hemos podido localizar físicamente hasta el día de hoy, lo que les otorga una jerarquía de reliquias. Tal vez por eso aguardamos casi cinco años antes de echar mano nuevamente a los pocos ejemplares subsistentes (2) con el propósito de efectuar un examen comparativo nunca antes experimentado en Tras las huellas del toscano, que es el contraste entre la producción argentina y la producción italiana.


Al momento de elegir los representantes locales había varias y veteranas opciones (3), aunque nunca tuvimos dudas. ¿Por qué ellos, viejos Regia Italiana, y no otros? Porque parecen ser los toscanos nacionales mejor elaborados de su época y quizás de todos los tiempos (4), así como los más consustanciados con el genuino estilo itálico. Recordemos que la SATI fue una fábrica controlada en forma directa por el gobierno de Italia hasta 1958, incluyendo su jefatura de planta en manos de técnicos peninsulares nativos. De acuerdo con nuestro punto de vista, ese dato implica cierta expertise  que genera un acercamiento de estilos entre la industria tabacalera italiana y su similar vernácula. No obstante, la manera adecuada de confirmar nuestra hipótesis no es otra que el consumo comparativo de sendos especímenes, sin más vueltas. Si los productos de la SATI eran en verdad  tan buenos como creemos, nada mejor que ponerlos en la balanza con sus hermanos europeos legítimos para sopesar virtudes y defectos. Todo bien, pero nos queda el tema de la edad: ¿es aconsejable una diferencia cronológica semejante? ¿Es correcta la comparación  de tabacos actuales con otros que tienen setenta años?


Desde luego que hubiera sido tremendamente interesante realizar la ceremonia con ejemplares añejos en ambos casos, pero eso resulta imposible por el lado del Viejo Mundo. No se conservan toscanos italianos realmente antiguos dentro del coleccionismo de aquel país, y las rarísimas excepciones están fuera de mi alcance (5). Sin más remedio que saltar por encima de un océano de tiempo,  recurrimos al actualmente celebérrimo toscano Extra Vecchio, hecho a máquina con tabaco Kentucky cultivado en Italia y estacionado por seis meses antes de salir al mercado. El cigarro específico que degusté fue extraído de una caja comprada hace dos años, por lo cual corresponde un fechado del año 2015. Por su parte, el Regia Italiana argentino manufacturado por la Societá Anónima Tabacchi Italiani en su legendaria planta porteña del barrio de Villa Real acusa blends de tabacos nacionales e importados, según indica el envase. Aunque no lo dice en ninguna parte, nuestro conocimiento actual sobre aquella notable factoría señala con bastante certeza que  hablamos de un mix todo Kentucky  proveniente de Argentina (Misiones) y USA. La data cronológica del año 1945 se basa en información disponible en el packaging y las estampillas fiscales, tal como explicamos durante la primera evaluación de 2012.


La irregularidad del aspecto exterior del Regia Italiana 1945 delata el armado manual tan bien llevado por aquellas famosas cigarreras que dan nombre a la plaza instalada en el mismo terreno antaño ocupado por la SATI (6). Al encenderlo pudimos verificar un tiro compacto, comprimido sin llegar a ser cerrado. La evolución aromática estaba en sintonía con lo que solemos decir cada vez que probamos toscanos añosos, pero llevándolo al nivel más elevado: mucho equilibrio entre notas minerales que conviven con rasgos de cuero, café,  madera y el infaltable efluvio “viejo” difícil de definir, tal vez como cierto borde que recuerda a sótano. El humo, pleno y envolvente, nunca llega a manifestar ese tono caliente de la combustión exacerbada, ni siquiera luego de dos o tres pitadas intensas. En otras palabras: un puro a la altura de su mítico pasado. ¿Qué hay entonces del Extra Vecchio 2015? Nada que nos sorprenda, pues lo fumamos muy frecuentemente y por lo tanto sabemos que es rico y vigoroso como muchos otros toscani  italianos de nuestros días, de esos que entregan humo y notas ahumadas con generosidad. Resulta arrollador de principio a fin (y eso no está mal), pero si tenemos que parangonarlo con su longevo rival criollo no podemos dejar de señalar que le falta equilibrio y variedad de aromas, quizás incluso calidad de tabaco y estacionamiento. Parece mentira, pero todo nos lleva a inferir que el Extra Vecchio italiano 2015 es un tímido  rival  para el Regia Italiana argentino 1945, y no hay en ello ningún obtuso chauvinismo nacionalista. De hecho -paradójicamente- el ingrediente extranjero está bien presente en la historia del modelo argentino: como sugerí antes, tanto la presencia de técnicos italianos en la SATI como el uso de tabacos foráneos explican bastante bien aquella calidad envidiable, la misma que se apagó durante las décadas posteriores merced a la desaparición física de los últimos y veteranos consumidores de la vieja guardia, tanto aquí como en Italia.


No ha sido esta una cata convencional, mezclando países y tiempos tan alejados entre sí. Pero sirvió para poner de manifiesto, por enésima vez, el grado de calidad que alguna vez alcanzó la industria argentina del cigarro puro en general, y del toscano en particular. ¿Qué modelo italiano de hoy será capaz de “empardar” al Regia Italiana del ayer? ¿Un Antico Toscano? ¿Un Antica Riserva? ¿Acaso un Originale? De todos ellos tengo, así que las posibilidades quedan abiertas…

Notas:

(1) Link a la entrada completa subida en Consumos del Ayer el 13/7/2012: http://consumosdelayer.blogspot.com.ar/2012/07/los-toscanos-italo-argentinos-de-la.html
(2) El lote adquirido a fines de 2010 era de 9 unidades (2 cajas de 4 + 1 suelto). Al día de hoy conservo 2, luego de las degustaciones y diversas fumadas.
(3) En ese grupo de toscanos antiguos aún me quedan representantes de todas las otras marcas que catamos: Avanti (circa 1957) y los rosarinos Génova  y Flor de Mayo (circa 1964).
(4) Es difícil afirmarlo categóricamente en virtud de tantas fábricas y talleres que funcionaron a lo largo de los siglos XIX y XX. No obstante, muchos indicios me llevan a suponer que el cenit cualitativo del toscano nacional pudo lograrse recién en las décadas de 1930 y 1940, y que la SATI fue la manufactura mejor posicionada al respecto.
(5) Una de esas remarcables excepciones fue plasmada aquí el 17 de agosto de 2015 http://traslashuellasdeltoscano.blogspot.com.ar/2015/08/tres-reliquias-del-pasado-y-una.html. Los especímenes del caso  se conservan  como un patrimonio histórico familiar, como piezas de museo, y por lo tanto no son consumibles. Huelga decir que si ese material cayera alguna vez en manos del autor de este blog, su transformación en humo y ceniza sería cuestión de horas.


(6) Sobre eso también hicimos una entrada en ocasión de su apertura: http://traslashuellasdeltoscano.blogspot.com.ar/2015/10/un-nuevo-espacio-verde-en-cierto-lugar.html  

jueves, 1 de junio de 2017

El caso de Francisco García Cortina, o cuando una fábrica de tabacos se hace humo

“Se ha incendiado una fábrica de cigarros toscanos. Es decir, los toscanos se han convertido en humo y ceniza, lo cual hace innecesaria la intervención de la policía. Porque nadie va a negarnos que han muerto de muerte natural.” Así rezaba el texto de una breve apostilla plasmada en las sección “Menudencias” de la célebre revista Caras y Caretas, más precisamente en su edición correspondiente al 6 de julio de 1907. En ese momento era sólo un chiste, una frase cómica, aunque pocos años después se convertiría en la más dura y palpable realidad para un manufacturero del sector, que además nunca logró recuperarse económicamente del siniestro (1). Así logramos comprobarlo luego de una serie de hallazgos concatenados que se publicaron  en el Boletín Oficial entre los años 1909 y 1912. El caso resulta ser toda una curiosidad histórica, por lo cual decidimos volcarlo como algo diferente y singular dentro de la saga toscanera argentina.


La factoría en cuestión era propiedad de Francisco García Cortina (hijo), sobre quien ya sabíamos algo gracias a un par de solicitudes marcarias efectuadas entre las vísperas y los meses posteriores al centenario. Podemos encontrar la primera el 1 de octubre de 1909, cuando realizó el trámite de rigor para inscribir su rótulo Fioré en la clase 59 correspondiente al tabaco, sus derivados y artículos para fumadores (2). Como puede observarse a continuación, no hay allí referencia alguna sobre cigarros italianos, pero eso cambiaría poco menos de un año más tarde. En efecto, el 17 de noviembre de 1910 se realizó otra diligencia del mismo tenor, esta vez incluyendo un gráfico bastante completo de la etiqueta de una caja de 50 toscanos. Entre los numerosos datos dispuestos (3)  nos quedamos con los más importantes a la hora de confirmar la existencia  inequívoca de un establecimiento tabacalero real y tangible, en especial con la dirección Cochabamba 171 al 175, del barrio porteño de San Telmo.


Hasta ahora  todo parece marchar viento en popa para este industrial emprendedor abocado al negocio de confeccionar -como tantos otros de la época- el cigarro puro de mayor éxito a comienzos del siglo XX, cuyo consumo vernáculo superaba los doscientos millones de unidades anuales. Sin embargo, tal cual dice el viejo dicho, las apariencias engañan. Apenas treinta días después de su segunda solicitud de marca ubicamos cierta resolución de la Administración de Impuestos Internos que presenta un panorama sombrío y preocupante por partida doble: la fábrica de García Cortina no sólo había sufrido un desgraciado accidente, sino que además tenía abultadas deudas con  el fisco.


Recordemos que desde la entrada en vigencia del gravamen que daba nombre a esa administración, era obligatorio adquirir todos los timbres legales necesarios para estampillar los productos tabacaleros en forma previa a su existencia física. No sólo estaba prohibido comercializar cigarros, cigarrillos o tabacos sin estampilla (algo obvio), sino que tampoco podían  permanecer depositados en esa condición dentro de las mismas fábricas. Frente a una requisa sorpresiva de las autoridades fiscales, todos los productos debían estar estampillados, so pena de multas y clausuras. Ello obligaba a adquirir los timbres con anticipación y en grandes cantidades para cubrir las cuotas productivas previstas y los eventuales excesos. Sin embargo, el estado entendía que no todos los manufactureros estaban en condiciones de pagar las sumas pertinentes al contado, por lo cual otorgaba letras de crédito para la cancelación paulatina de tales obligaciones. Incluso, como veremos, llegaba a conceder prórrogas adicionales para aquellos que no pudieran cumplir en tiempo y forma. El contenido del texto que sigue, fechado el 17 de diciembre de 1910, puede resumirse en lo siguiente: García Cortina adeudaba al fisco 22.518 pesos moneda nacional (4) y solicitaba una prórroga de noventa días. Las autoridades accedieron, atentas al hecho de que “las causas que han motivado la falta de cumplimiento por parte del peticionante son debidas al incendio que se ha producido en su fábrica”.


Debió pasar más de un año para que el tema volviera a estar presente en las páginas del Boletín Oficial, y lo que allí se ve no es bueno para el empresario de marras. El 9 de febrero de 1912 se le niega la posibilidad de poner en garantía una partida de 300.000 cigarros importados (5), toda vez que la deuda aún se encontraba impaga y había ascendido a 24.417 pesos. Finalmente, el 21 de febrero, un decreto dispone iniciar las acciones legales correspondientes contra Francisco y también contra un tal José García Cortina, que obraba en carácter de fiador y quizás era su hermano o su primo.  A partir de entonces no hay nuevas apariciones del personaje que nos ocupa, ni de su manufactura, ni de sus marcas.


Al final, según parece, los toscanos de Francisco García Cortina se hicieron humo en todos los sentidos posibles, tanto reales como figurados. No sabemos si el modesto cuerpo de bomberos que existía en ese tiempo acudió el día del incendio, pero podemos inferir que el negocio acabó naufragando en una mar de fuego y deudas…


Notas:

(1) La broma parece haber sido fatalmente profética en más de una ocasión, ya que existió un caso anterior al de García Cortina, que fue el incendio de la gigantesca y aún reciente planta de Avanti en 1909 (se había inaugurado en 1904). Pero la gran diferencia era que ésta contaba con el respaldo de la poderosa Compañía Introductora de Buenos Aires. El resultado es previsible: las instalaciones se reconstruyeron  velozmente y en poco tiempo volvieron a funcionar con normalidad.
(2) En 1912 hubo un reordenamiento y los tabacos pasaron a formar la clase 21.
(3) Incluyendo algunas inscripciones “de fantasía” puramente nominales, como el uso del idioma italiano y la referencia de una supuesta calidad de exportación. Todo eso servía para darle al producto una apariencia de importancia internacional, pero casi nunca respondía a la realidad.
(4) Equivalente a unos 9.800 dólares norteamericanos al cambio de 1910 (alrededor de $ 2,36 por dólar). Según los conversores históricos de dólar a dólar disponibles en la web, eso equivale a casi 240.000 dólares de hoy.
(5) ¿Indica eso que también era importador?  Tal vez, pero resulta más lógico considerar que había trastocado su actividad a causa del siniestro. Si no pudo reconstruir su fábrica (y eso parece), quizás encaró la importación para cumplir compromisos de venta y continuar en el negocio. No olvidemos que en ese entonces la importación de tabacos era muy abundante y variada.