martes, 2 de agosto de 2016

2016: odisea del toscano

Tres años y siete meses han pasado desde que iniciamos este blog, más exactamente el 1 de enero de 2013. En ese período subimos 68 entradas que involucraron  un amplio repertorio de temas dentro del mismo hilo argumental, desde investigaciones históricas de tinte social y económico hasta notas de color, degustación de ejemplares añejos, reseñas de fábricas, estadísticas antiguas y citas en el arte, sin olvidar el desarrollo de un listado de viejas manufacturas argentinas (actualizado con alguna regularidad), entre otros focos de interés para el logro del propósito que nos trazamos originalmente. De ser así, vale la pena plantearse el siguiente interrogante : ¿hicimos avances significativos? Pues bien, si consideramos el modesto conocimiento sobre el pasado del toscano en la Argentina que teníamos al comenzar la saga y lo comparamos con nuestra noción actual, no podemos menos que sentirnos razonablemente satisfechos.


Muchas de las preguntas que nos planteábamos en aquella entrada fundacional fueron contestadas mediante el hallazgo de pruebas categóricas, como el año de la primera importación argentina de tabacos italianos o la identidad del primer manufacturero local. Otras están en proceso de ser respondidas, o sólo lo han sido de manera parcial y subjetiva: cuáles eran las diferencias organolépticas entre los ejemplares argentinos y los italianos, por ejemplo, es una de esas cuestiones muy difíciles de argumentar mediante pruebas inequívocas. Sin embargo, sobre eso también se avanzó bastante al conocer diversos pormenores de la elaboración en uno y otro caso, mientras que la cata de toscanos nacionales e importados, actuales y añejos, logró abrirnos la mente y el paladar en el mismo sentido. Hasta pudimos elucubrar la evolución de otros cigarros italianos en relación con la de nuestro leitmotiv, a la vez que explicamos las principales razones del éxito del toscano basándonos (entre otras) en sus  incuestionables ventajas de orden práctico.


Todos estos pequeños logros cobran una mayor dimensión valorándolos en conjunto, a tal punto que manifestar el alcance de una cierta “completitud” histórica no resulta, a esta altura, descabellado . En mayor o menor medida , la historia que nos ocupa nos ha revelado sus principales secretos. Analicemos tal afirmación puntualizando los renglones más importantes de nuestros resultados investigativos volcados en múltiples entradas a lo largo de tres años y medio:


- Conocemos el origen temporal de la saga toscanera argentina, tanto de su importación (1861) como de su producción local (1878/1881)
- Tenemos una buena idea sobre cómo se fue desarrollando la fama del toscano frente a sus competidores de época, especialmente en relación a los otrora célebres cigarros Cavour y Brissago.
- Ubicamos más de cuarenta fábricas nacionales con datos certeros acerca de domicilios, marcas y filiación de sus propietarios, en muchos casos con reseñas detalladas de los establecimientos. De manera adicional, una enigmática lista de otros tantos cigarreros italianos afincados en la Ciudad de Buenos Aires hacia 1895 nos indica que la elaboración de nuestro interés debió haber sido mucho más vasta que aquella formalmente establecida.
- Entre reseñas y descripciones industriales pudimos captar abundantes datos  sobre los procesos de elaboración y los tipos de tabacos que se empleaban en los albores del toscano patrio.


- Estadísticas y documentos oficiales nos ayudaron a discernir de manera incontrovertible el aumento paulatino en el consumo de cigarros italianos desde la década de 1860 hasta la de 1910. Por otra parte, hallamos el momento cronológico en que la producción nacional superó numéricamente a la importación.
- Fotografías, publicidades, menciones literarias y apariciones en viejas obras del cine nacional hicieron que tomáramos conciencia no solo del éxito del toscano como producto de consumo, sino también de su papel en el estereotipo del inmigrante peninsular.
- Determinamos el hecho histórico que acabó con la importación del toscano genuino (la Segunda Guerra Mundial), abriendo paso inexorable al monopolio de la producción vernácula.
- Catamos añejos ejemplares pertenecientes a un puñado de marcas emblemáticas argentinas e hicimos lo propio con numerosa versiones actuales de toscanos italianos, siempre examinándolos con una mirada histórica. Todo ello sin olvidamos de degustar analíticamente las dos únicas marcas que todavía se elaboran en nuestro país.


Entonces, ¿por qué presentamos esta especie de “balance”? ¿Acaso nos conformarnos con lo hecho y sabido hasta la fecha? ¿Nos disponemos a tirar la toalla de la investigación? De ninguna manera. Si bien le dimos forma a una cierta armazón del pasado toscanero argentino, existe mucho material que todavía nos es ajeno. Podríamos graficarlo en términos constructivos diciendo que tenemos el esqueleto del edifico, su entramado fundamental, pero aún faltan completar las paredes y los detalles de terminación. Vaya como ejemplo lo siguiente: hemos presentado valiosos guarismos estadísticos en un sinfín de oportunidades. No obstante,  sabemos con absoluta certeza que es posible acceder a cifras todavía más precisas (1), aunque para ello es necesario un trabajo de relevamiento  bibliográfico y hemerográfico de largo aliento. También avanzamos  listando decenas de antiguas  fábricas, pero está claro que existieron muchas otras que aún están en las sombras, quizás pequeñas, seguramente efímeras y tal vez escondidas en pueblos o ciudades del interior. Tengamos en cuenta que encontrar referencias sobre viejas manufacturas tabacaleras no es tan difícil. Lo verdaderamente complicado es saber si elaboraban artículos específicos o especialidades del ramo. Y el toscano era eso, ni más ni menos: una singularidad dentro de una gran familia (los cigarros puros) perteneciente a un género inmenso (el tabaco).


Dicho en otras palabras: cada vez hay que excavar más profundo para obtener resultados. Por lo tanto, aunque nos proponemos  mantener el ritmo mínimo de una entrada mensual (lo cual se ha cumplido rigurosamente hasta ahora), no puedo garantizar un hallazgo constante de contenidos que así lo justifique. ¿Lo intentaré? De eso estoy seguro. ¿Lo lograré? Quién sabe…

Notas: 

(1) Entre comienzos del siglo XX y la década de 1970, verbigracia, cierta repartición pública dependiente del Ministerio de Hacienda (luego de Economía) publicó un informe anual sobre la comercialización de tabacos en todo el país, con cifras específicas sobre toscanos. El grado de detalle era tal que hasta 1940 se las desglosaba entre nacionales e importados. Mediante internet sólo se puede acceder a mínimos fragmentos de esa invalorable información, que sin dudas descansa en papel en la BNA, la BCN, el AGN o algún  otro reservorio público. Encontrar y analizar dichos documentos (hablamos de un período de 50 a 70 años) es una tarea factible, pero ciertamente lenta y engorrosa.