viernes, 13 de mayo de 2016

Una dura crítica hacia los toscanos en el "Manuale del Fumatore" de 1866

El año 1866 marca el inicio de la última etapa en los sucesos correspondientes al desarrollo de la unificación italiana. Dicho período se conoce  como  Tercera Guerra de la  Independencia y coincide con el momento de mayor fervor patriótico para la entonces naciente nacionalidad peninsular (1).   Curiosamente (o no  tanto), esos  años  resultaron  pletóricos  de  avances tecnológicos  y científicos extendidos a la industria de nuestro interés, la del tabaco, que tenía un amplio desarrollo en la Italia de la época. Fue así que muchas publicaciones del decenio en cuestión dieron cuenta de los quehaceres tabacaleros, tanto en lo referente a la producción como también al consumo. Uno de esos pretéritos trabajos (asequibles hoy gracias a sitios como Google Books o archive.org) es el Manuale del Fumatore, editado en Milán en 1866. Su autor, Giácomo Sormanni, era un reconocido enólogo que por lo visto extendía su apego a las cuestiones del buen fumar.


















El momento de aparición del libro coincide con los primeros años de importación argentina de cigarros italianos, período crucial de la historia que nos desvela en este blog. Por ese motivo tomamos tan antiguo testimonio con mucha atención, toda vez que nos puede ayudar  a comprender mejor no solamente  cómo  eran los toscanos a  mediados  del  siglo  XIX,  sino  también  cómo  se  los consideraba  y  cómo  se los  fumaba.  En  una  próxima entrada veremos que los mencionados ingresos de tabaco peninsular se incrementaron exponencialmente durante el decenio de 1860, lo cual tiene su sentido en la no menos creciente inmigración que arribaba simultáneamente  a nuestro país (2). En semejante contexto, las consideraciones de Sormanni tienen para nosotros un gran valor histórico.  Y aquí viene los más interesante de todo: oh sorpresa, dentro de la variedad de puros itálicos reseñados por el experto, los toscanos se llevan la peor parte. De hecho, son criticados de un modo directo y cortante.


El capítulo que nos interesa se titula Rivista dei Zigari Nazionali y presenta observaciones y comentarios de los puros italianos más famosos del momento, a saber: Virgina, Cavour, Roma, Sella, Superiori, Toscani, Bolognesi, Wevey y “Cigaritos”. Hemos hablado en este espacio sobre muchos de ellos, especialmente del Cavour y el Virginia (Brissago), pero nos queremos enfocar de manera específica en lo que dice sobre los toscanos, que es lo que sigue.

Zigari Toscani: Sono della forma dei Cavour ma un poco più  sottili e più lunghi -i militari ne fano grande uso perchè forti-  la  loro  qualità  è  inferiore  e  tramanda  un  odore cattivissimo. Traducido, “son de la forma del Cavour pero un poco más delgados y más largos -los militares hacen un gran uso de ellos porque son fuertes (3)-  pero su calidad es inferior y transmiten un olor muy malo”.


En líneas generales, Sormanni no parece tener un buen concepto sobre los cigarros itálicos en general, pero su crítica al toscano es la más lapidaria de todas. Ello lleva a preguntarse si los puros que conforman la esencia de este espacio eran considerados realmente tan malos en aquella época. Desde luego que no existe una respuesta única e inequívoca para dicha cuestión (hay una obvia subjetividad implícita en los comentarios del autor), pero la realidad es que,  por ese entonces,  el toscano no era visto como un producto de alta calidad, ni mucho menos. Aunque hoy se pretende negar su origen humilde por el simple hecho de que dos próceres italianos eran aficionados a él (Vittorio Emanuele II y Giuseppe Garibaldi) (4), los vestigios documentales y testimonios de los tiempos del Resorgimento indican en forma bastante clara lo contrario, o sea, que poseía todas las características del puro económico, simple y popular. Hacia 1860 o 1870,  el toscano acreditaba  la misma reputación que puede tener para un argentino de hoy, en términos gastronómicos, un choripán de puesto callejero. En otras palabras: algo típico, pero de calidad discutible.


Maurizio Capurro, un lúcido usuario y colaborador del sitio www.gustotabacco.it , dice  algunas  cosas  muy  sensatas acerca del tópico que estamos analizando. Por ejemplo, que “hoy en día, los toscanos son menos comunes que en otros tiempos. No es extraño verlos en boca de profesionales con cuello blanco, así como resulta sorprendente hallarlos en escritos de sibaritas y sommelieres que anteriormente los consideraban apestosos. Muchos de nosotros gastamos tiempo y energía para estudiar,  escribir y compartir con otros aficionados el gusto por ellos. Se organizan eventos con personalidades que apenas los habían fumado alguna vez en bares o en los bolos.” Y finaliza con una frase sobre la realidad del toscano en los viejos tiempos, bien distinta a la rutilante celebridad de hoy, que corona lo antedicho y a la vez que explica en gran medida las consideraciones de Sormanni escritas hace ciento cincuenta años: “muchos fumaban toscanos simplemente porque no podían permitirse algo mejor”.


Por último, tanto el orden de presentación de los cigarros italianos como los comentarios al respecto refuerzan nuestra hipótesis (tantas veces expuesta aquí) de que el Virginia y el Cavour fueron más famosos y mejor considerados hasta que el toscano comenzó su despegue,  allá  por  1890.  Así se desprende hasta el momento de todas nuestras investigaciones, y en ellas seguimos... como siempre.

Notas:

(1) La lista completa de todas las batallas y combates que la historia oficial italiana considera como pertenecientes al proceso del Risorgimento (aunque muchas de ellas enfrentaron a pueblos que luego formarían la unidad del mismo país) puede hallarse en el siguientes enlace: https://web.infinito.it/utenti/f/francots/ris/batris0.htm  Se trata nada menos que de 76 acontecimientos bélicos de distinta envergadura llevados a cabo entre 1820 y 1870, con una gran mayoría acontecida a partir de 1848.


(2) Anticipando un poco lo que veremos pronto, la primera importación de 1861 fue de 220.000 cigarros. En 1866 ya era de 2.093.000 unidades, o sea que prácticamente se había decuplicado en apenas cinco años.
(3) ¿Era eso verdad? ¿Constituían los soldados un grupo característico de fumadores toscaneros en la vieja Italia?  Existen indicios que así lo sugieren,   como  muchas estadísticas oficiales sobre exportación de toscanos con un  elemento  común:   el incremento temporal de los envíos a ciertos países de África mientras fueron ocupados militarmente en tiempos de la expansión colonial italiana  (Libia,  Etiopía).    También podemos hallar evidencias locales, como la siguiente resolución publicada en el Boletín Oficial de la República Argentina a fines de febrero de 1904, que habla por sí sola. Nótese que se despachan cuatro veces más toscanos que cigarrillos.

 

(4) En un reciente viaje tuve la oportunidad de charlar con Enzo Scivetti,  Ambasciatore in Puglia del Sigaro Toscano, quien sostiene eso, que era un producto consumido por todas las clases sociales. Scivetti es un eminente catador de toscanos y un sólido experto en la realidad tabacalera italiana del presente, pero no sé si se ha ocupado en indagar todo lo que dice el pasado sobre el tema. Como se observará, personalmente me permito disentir de su respetable opinión.