jueves, 19 de noviembre de 2015

Classico, el toscano popular italiano desde 1930

Además de las variantes típicas al estilo Classico, Extra Vecchio o Antico,  el toscano italiano de nuestros días está representado por  un  número  de  prototipos   y etiquetas que ha venido creciendo geométricamente durante los últimos años. Hoy por hoy pueden contarse más de treinta presentaciones diferentes para el mismo producto genérico, que  incluyen  partidas  limitadas, elaboraciones   especiales,   nuevas   esencias   del segmento aroma (1) e incluso algunos tipos francamente estrambóticos,    como cierta  línea  enfocada  en  la combinación del tradicional relleno de tabaco Kentucky con capas de orígenes foráneos tipo Brasil o Sumatra. No obstante, tal cual señalamos en alguna oportunidad, el toscano peninsular supo ser un artículo indivisible desde su creación a comienzos del siglo XIX hasta bien entrada la centuria siguiente.  Dicho  de modo  sencillo, pedir un sigaro toscano en la vieja Italia implicaba pedir algo muy concreto, sin jerarquías de calidad, elaboración, añejamiento o precio, ya que se lo fabricaba, vendía y consumía en un único modelo.


Pero el frenesí mercantil tan propio de la modernidad hizo que    el Monopolio di Stato decidiera relanzar el producto en 1930, renovando la imagen con un packaging específico y uniforme. Bajo la sencilla marca Toscani (plural de toscano), la acción tuvo un buen suceso y logró aunar la conciencia de consumo en un producto estandarizado.   En las décadas siguientes se fueron sumando nuevos rótulos, empezando en 1948 por el Toscanelli (el mismo toscano cortado al medio), el Extra Vecchio en 1953 y el AnticoToscano en 1973. Como vemos, pasaba bastante tiempo entre un lanzamiento y otro, pero el advenimiento del siglo XXI y una serie de cambios que sería largo enumerar (especialmente el proceso privatizador del monopolio iniciado en 1999)   hicieron estallar el firmamento toscanero con  la avalancha de nuevas marcas que mencionamos al principio. Frente a ello y para evitar confusiones, también se decidió rebautizar al modelo tradicional con el nombre de Toscano Classico.


Este clásico se constituye actualmente como el puro italiano  más simple, popular, económico y asequible en cualquier comercio callejero de ese país, tal cual era el  tradicional toscano de los viejos tiempos.   Desde el punto de vista técnico, se trata de un cigarro hecho a máquina con tabaco Kentucky  de origen  100%  peninsular  que  incluye  el consuetudinario curato a fuoco (ahumado con leña) y un posterior añejamiento de 4 meses previo a su envasado final. Más allá de los antecedentes históricos señalados, se trata de un genuino representante de la tradición tabacalera mediterránea por derecho propio, toda vez que se mantiene fiel al estilo directo y potente del toscano primigenio,   bien alejado de las ínfulas habaneras de los nuevos modelos más elegantes y complejos, pero también menos consustanciados con el pasado del producto.  Por  todos  los  motivos apuntados, decidí volcar en estas páginas las impresiones de una degustación analítica.


Como resulta lógico suponer,  mis  existencias  tabacaleras de origen europeo tienen al Clássico en una amplia mayoría numérica   que   me   permiten    fumarlo   con   bastante habitualidad, aunque sin ningún tipo de acostumbramiento. De hecho,  le  presté  toda  la  atención  debida  para  la oportunidad de  marras.  No  hay  mucho  para  decir  del encendido, el tiraje y la consistencia de la ceniza, porque sería reiterativo: excelentes, como siempre.  Los aromas y sabores se intuyen algo duros al principio con un dominio claro  del  borde ahumado, pero   se   van   integrando paulatinamente a los elementos especiados,   enmaderados  y minerales a medida que avanza la fumada hasta lograr un buen equilibrio, siempre dentro de los valores propios de un puro que se sitúa entre los de mayor vigor gustativo del mundo. Al finalizar deja ese sabor difícil de definir, con algo de fogata de leños y frutos secos: quizás el sello que lo distingue desde que comenzó su estrella en el antiguo Granducato di Toscana, allá por 1815.  Y también en la Argentina desde 1861, cuando llegó por primera vez a nuestros puertos.


Después de todo, la intención de siempre sigue siendo revivir el pasado de esos humos que poblaron la vida de nuestros ancestros en hogares, bares, fondas y todo ámbito cotidiano imaginable.

Notas:

(1) A los reseñados y mencionados en la entrada del 18 de julio pasado, se han sumado recientemente Mokha, Nocciola (avellana) y Limoncello. 

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