miércoles, 12 de noviembre de 2014

La guerra que terminó con los toscanos genuinos importados de Italia

Independientemente de sus efectos altamente negativos  por la pérdida de vidas humanas, las guerras generan además una   serie  de   secuelas   sociales   y   económicas   que permanecen vigentes luego de su finalización. En el caso del conflicto bélico más devastador de la historia  -la Segunda Guerra Mundial- dichas consecuencias golpearon al planeta en casi todos los aspectos imaginables. Si hablamos del tema central de este blog, no falta tampoco una derivación de tipo mercantil relacionada al comercio internacional del tabaco, que fue el fin de la importación de toscanos legítimos.  En efecto, los registros disponibles no dejan dudas al respecto, dado que los tiempos de la posguerra trajeron consigo profundos cambios en la península itálica con su correspondiente equivalencia por estas latitudes.


Hace bastante tiempo, cuando realizamos una degustación de viejos toscanos Regia Italiana  en el blog Consumos del Ayer (1), apuntamos algunos datos que hoy nos ayudan a acomodar el orden cronológico en el que los hechos se fueron desarrollando. Recordemos que el año 1928 marca el inicio de las operaciones en Argentina de la  Societá Anonima Tabbachi Italiani (SATI), empresa dependiente del propio gobierno peninsular encargada de distribuir todos los artículos del ramo en diferentes capitales del mundo. Para  nuestro  país,    eso significó el punto final de los importadores privados que  tenían el negocio a su cargo desde 1861 (2). Las estadísticas de la época dejan claro que la Argentina era el mayor consumidor mundial de tabacos italianos fuera de su propio territorio de origen, por lo que la nueva compañía debe haber captado rápidamente las enormes posibilidades que tamaño dispendio ofrecía. Así, en 1933, la SATI levantó una espaciosa planta en el barrio de Villa Real para complementar la importación con abundante manufactura local especializada en cigarrillos.


Ahora bien, hoy tenemos como propósito delinear el momento en el que la importación toscanera desde Italia   fue  abandonada  por  completo  y  sólo  se mantuvo la elaboración de la factoría porteña. Debe quedar claro que no hay modo alguno de establecer fechas específicas, pero parece indudable que la Segunda Guerra Mundial marca una bisagra entre ambas actividades con bastante aproximación. La lógica histórica apoya esa teoría, ya los aconteceres bélicos  suelen generar todo tipo de inconvenientes en las industrias convencionales, como la desviación de recursos hacia la manufactura de pertrechos militares y la falta temporal de mano de obra por el reclutamiento masivo de hombres. De esa manera, podemos afirmar con total convencimiento que en algún punto entre 1940 y 1946 los toscanos legítimos del país del Dante dejaron de arribar a la Argentina y fueron completamente reemplazados por sus émulos criollos. Es muy posible que semejante fenómeno no se haya producido de un día para el otro sino más bien paulatinamente, conforme los combates se hacían más duros y crecían las complicaciones para el comercio internacional. Incluso debe haber existido un breve intervalo de tiempo (quizás algunos meses) durante el cual los últimos Regia Italiana importados convivieron con los nacionales en las estanterías de almacenes, cigarrerías y kioscos.


Como dijimos, el gigantesco taller tabacalero de la ciudad de Buenos Aires erigido en 1933 estuvo mayormente enfocado en los cigarrillos hasta fines de ese decenio, toda vez que los toscanos seguían llegando desde el reino italiano.   Pero a partir del nefasto enfrentamiento europeo la situación se modificó  en  forma  radical  y  la  confección toscanera de la SATI argentina pasó a tener un  protagonismo vertiginoso, primero para sustituir los originales importados y más tarde como el único modo de continuar en el país, ya que  los legendarios cigarros no podían ser provistos por una Italia arruinada. Sin  embargo,   ¿hay pruebas concretas de ello?   Por supuesto que las hay,  si  la investigación es seria, minuciosa y atenta a esos detalles que muchas veces son dejados de lado (3). Observemos, por caso, dos añejos prototipos de contraetiquetas adheridas al fondo de las clásicas cajas de 50 toscanos que comercializaba  Regia Italiana  en la primera mitad del siglo XX. Entre ambas no distan más de diez o quince años, ya que la primera se puede datar entre 1940 y 1946, y la segunda entre 1950 y 1958, como veremos a continuación.


En este primer rótulo (fotografiado por el que suscribe de una antigua caja de su propiedad)   se pueden apreciar varios detalles reveladores,   que  resumiremos rápidamente. Primero, la leyenda Regno de Italia, o sea “Reino de Italia”, categoría que la península abandonó en 1946 con la abdicación de su último rey Victor Manuel III y la consecuente formación de un estado republicano. Luego, la inequívoca frase Industria Italiana,  y finalmente el precio de $ 0,20 por unidad,  representativo de la década de 1940. No hay dudas: estos toscanos eran 100% importados y fueron comercializados en el decenio mencionado, más precisamente durante la guerra o la inmediata posguerra (a lo sumo uno o dos años a partir de 1945).


La segunda etiqueta fue obtenida en un sitio de remates de internet y pertenece a los años cincuenta. Analizándola  detectamos las frases Ley 11275 (que todos los envases tabacaleros llevaron entre 1950 y 1958)  e  Industria Argentina  sobre la mancha de humedad del costado izquierdo, así como un valor de $ 0,60 por cada toscano entero, producto de la incipiente inflación que sufría por entonces la economía nacional. Aquí tampoco hay motivos para la incertidumbre, ya que los datos apuntados despejan cualquier duda respecto del valioso testimonio,  en  especial  sobre  su  ubicación cronológica y sobre la manifiesta confección local del producto (4). Como para confirmar aún más lo indiscutible, la leyenda monárquica desapareció del encabezamiento.


Así fue que los fumadores patrios vieron (paradójicamente) hecha humo la posibilidad de acceder al gusto genuino del toscano italiano original allá por 1945 o 1946. Y si bien es cierto que los ejemplares vernáculos elaborados por la  SATI  se contaban entre las imitaciones más logradas (tal cual pudimos apreciar cuando los degustamos), nunca fue sencillo replicar ese sabor único, potente y terroso. Pero las guerras son como son, con todas sus consecuencias económicas incluidas. Y los consumos cotidianos también han sido víctimas de ello, desde siempre.

Notas:

(1) Fue en la entrada del 13/7/ 2012, “Los toscanos ítalo argentinos de la SATI, crónica de una degustación”
(2) Aunque hablamos de un período de 67 años, no son muchas las precisiones que he podido obtener en cuanto a la identidad de los viejos importadores. Con absoluta certeza, sólo podemos citar a W Paats Roche y Cía. en el lapso 1898-1903, a Roberto de Sanna desde 1904 hasta 1915  y a Bunge & Born entre 1915 y 1928. Las dos últimas firmas llegaron incluso a operar conjuntamente, la primera como “concesionario” y la segunda como  “introductora”.   Antes de  1898  el gobierno de Italia no firmaba contratos de exclusividad para el comercio de sus tabacos en Argentina, por lo que éstos podían ser importados por cualquier persona o sociedad que pagara y se hiciera cargo de los embarques correspondientes. No estoy todavía completamente seguro de ello, pero todo indica que era así.


(3) Modestia aparte.
(4) El eslogan Tabaco nacional e importado que se puede leer fue muy propio de la SATI en todos sus productos (incluso en los cigarrillos) y no debe llamar a confusiones.    En el caso de los toscanos manufacturados a partir de  1946  implica que una parte de la materia prima llegaba desde ultramar (posiblemente tabaco Kentucky de USA, según nos explicó alguna vez Heraldo Zenobi, de la fábrica Luchador), pero el mayor contenido estaba constituido por tabaco misionero. 

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