Si no hay consuelo en los frutos de nuestra investigación, hay, al menos, alivio en el propio proceso
de investigar. La frase pertenece al eminente físico teórico Steven
Weinberg, Premio Nobel de la especialidad en 1979 por sus resultados en el campo del electromagnetismo combinado con la fuerza nuclear débil. Básicamente, el
enunciado de este gran erudito tiene un significado inequívoco: la
investigación es una fuente de aliento
para el alma, más allá de su desenlace. En este modestísimo blog nos hemos
propuesto investigar la historia del cigarro toscano en la Argentina, y no han sido pocos los logros alcanzados en su año y medio de vida. Ubicamos la
existencia pasada de un número bastante importante de fábricas (aunque
seguramente faltan muchas más), así como la fecha en que se realizó la primera
importación de cigarros italianos. Eso ya es bastante para tan corto tiempo de
trabajo, pero además conocimos varias historias de fábricas y fabricantes que
construyeron el pasado del puro más fumado en la Argentina de antaño. Por eso nos sentimos satisfechos por partida doble, según las expresiones de Weinberg,
ya que conjugamos la dicha de investigar con
la dicha de haber cosechado una cantidad suficiente de resultados en
relación al austero esfuerzo empleado para tal fin.
No obstante, el acceso reciente a ciertos documentos
antiguos practicables en internet nos brindó una avalancha de datos como no
habíamos tenido antes. Entre ellos, además de los hallazgos de fábricas y
marcas (de lo cual dimos cuenta hace un par de entradas), pudimos despejar
algunas dudas respecto a otras manufacturas de las que teníamos conocimiento,
aunque no muchos datos certeros. Fechas de apertura, domicilios, solicitudes
marcarias hasta entonces ocultas a nuestro conocimiento y otros apuntes
históricos de interés han venido a sumar abundante material para el objeto
principal de este espacio. Por ejemplo, si hablamos de la ilustre y legendaria
fábrica La Argentina, de Don Juan
Otero – primera firma que manufacturó toscanos en el país- , ahora sabemos con
absoluta seguridad que su fecha de nacimiento fue 1878, ya que localizamos un
registro de marca de cigarrillos de esa misa empresa en la que su ilustración reza claramente: “fundada en
1878”. El dato viene a colación, una vez más, del carácter casi incidental que
adquieren muchas veces ese tipo de descubrimientos.
Continuando en la línea de las factorías mencionadas con
anterioridad
y que formaban
parte de nuestro listado, nos topamos con
el rótulo O Finchado, cuya
gestión de marca fue iniciada el 11/6/1912 por Carlos Galina y Eduardo Torreri,
socios de La Honradez en la ciudad
entrerriana de Colón. También dimos con
el registro de la marca Solferino,
presentada por Francisco Barbero y Luis Comelli el 24 de noviembre de 1913, que
refuerza todo lo plasmado en la entrada del 4/1/2013 sobre esa pequeña y
antigua casa tabacalera de la ciudad de Campana. Más adelante en el tiempo, a
mediados de la década de 1920, Juan Zenobi inició el trámite para la
denominación César de los productos
que elaboraba simultáneamente (aunque en lugares separados) con su hermano
Constantino, precursor de Luchador, la increíble casa que en el
siglo XXI continúa elaborando toscanos artesanalmente luego de casi cien años
de tradición familiar en el ramo. También hallamos un nutrido movimiento en lo
que hace a solicitudes de marcas por parte de La Cigarrera Ítalo Argentina, misteriosa fábrica que conocimos por
una caja de cigarros ofrecida en la web. Ahora podemos afirmar con bastante
certidumbre varios postulados sobre ella: que su vida se desarrolló mayormente
entre los años 1930 y 1950, que además de Turín
supo comercializar las marcas El
Boyero y Lo Gano, que sus dos
domicilios capitalinos en ese lapso fueron Caseros 3449 (Parque Patricios) y
Guanahani 406 (Constitución), y que fue una de las tantas compañías de la época
que realizaba sorteos y entregaba premios como método para incrementar las
ventas.
Finalmente, algo sobre la marca Ottone, ya conocida para nosotros. Sabíamos que hacia 1940 era
comercializada por Mignaquy y Cía. como resultado de una elaboración hecha por
un tercero, en este caso, por la fábrica Luchador
de la familia Zenobi. Pero hete aquí que en el Boletín Oficial aparecen
numerosas solicitudes marcarias desde
1915 hasta 1939 por parte de la familia
“Ottone”, compuesta por José, Pascual, Rafael, Eugenio y Emilio. El hecho de
ser tramitadas desde Génova, Italia, indicaría una importación o una elaboración
local por cuenta y orden de ellos. El primer rótulo solicitado es para cigarros
Brissagos y refuerza la idea respecto
a las especialidades tabaqueras italianas. Ello se confirma en 1931, cuando
solicitan nuevamente el registro de marca “Ottone” con un dibujo que porta
algunas leyendas bastante reveladoras: Tabacchi e sigari esteri (Tabacos y cigarros
extranjeros) y Confezione esclusiva per
la Ditta Giorgio Ottone e Figli
(Confección exclusiva para la Firma Giorgio Ottone e Hijos) (1) Ahora
bien, en 1940 eran toscanos manufacturados por Luchador y distribuidos por
Mignaquy. Pero es imposible que eso también fuera así en 1915, cuando se
realiza el primer registro de la marca, ya que el taller de los Zenobi aún no funcionaba como tal. Entonces, ¿quién los
hacía antes? ¿Fueron siempre cigarros de producción argentina u originalmente
eran importados desde Europa? (2) Además de toscanos y brissagos, ¿existieron
los Cavour o napolitanos Ottone? En fin, preguntas que continúan surgiendo y
que tal vez logremos contestar próximamente. Ganas de investigar, por fortuna,
no nos faltan.
Notas:
(1) A esa altura la familia había pasado por un recambio
generacional o se habían agregado nuevos miembros, dado que aparecen José Eugenio y Rafael Ottone junto con Clotilde
Cánepa de Ottone.
(2) Las posibilidades son muchas y se multiplican con cada
nuevo hallazgo. Un dato llamativo es que Mignaquy ya importaba los tres tipos
de cigarros italianos más conocidos (toscano, Cavour y Virginia o Brissago) con
anterioridad, según figura en la tabla de aforos de 1908. ¿Eran los Ottone? Tal
vez algún día podamos contestar este interrogante, siempre y cuando hayamos
logrado desenredar el complejo nudo histórico que involucra fabricantes,
importadores, distribuidores, concesionarios, elaboraciones propias y de
terceros, de origen nacional, italiano, suizo y vaya a saber cuántas
posibilidades más. En la próxima entrada, antes de presentar la nueva lista de
fábricas actualizada, nos vamos a referir a eso.
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