jueves, 26 de diciembre de 2013

Cavour, el cigarro patriótico italiano que llegó a ser más célebre que el toscano I

Camillo Benso, más conocido como el Conde de Cavour (1810-1861), fue un político italiano que tuvo un protagonismo decisivo en la unificación de ese país. Iniciada hacia 1830, proclamada en 1861 y culminada efectivamente en 1870, semejante evolución histórica dio comienzo en el antiguo Reino  de  Piamonte  y  Cerdeña para extenderse paulatinamente mediante tratados, negociaciones y guerras a lo largo de cuarenta años. Junto con el rey Víctor Manuel y el célebre Giuseppe Garibaldi, Cavour es hoy un prócer de la nación peninsular. Y eso, como es lógico, era mucho más marcado en plena euforia de aquellos años, con el consecuente uso de su nombre para bautizar no sólo edificios públicos, localidades y calles, sino también productos de consumo masivo. Entre ellos, un cigarro que fue considerado casi “patriótico” y que logró competir con el toscano en términos de popularidad y ventas hasta bien entrada la década de 1880.


Fue así que en los comienzos del decenio de 1860 apareció en  Italia  (más precisamente, en Piamonte)  un  puro  en homenaje al estadista de marras, cuyo formato no iba mucho más allá de lo normal y regular  -una media corona cubana- pero que, no obstante, tenía una particularidad realmente única: el tabaco utilizado en su manufactura era tratado con óxido de hierro. Según una especie de leyenda, tal proceso se debía a la mezcla “accidental” entre un cigarro y cierto líquido ferroso ocurrida en el propio escritorio del conde. Aunque esta versión resulta poco creíble (como tantos otros mitos sobre el origen de artículos masivos), lo cierto es que el baño previo en agua saturada con herrumbre le confería un gusto especial y producía el rápido oscurecimiento de la capa, confiriéndole el  color intenso tan apreciado  en  aquellos  tiempos.  Algunos  antiguos  textos  especializados  italianos detallan todo el procedimiento para la correcta elaboración del Cavour, e incluso postulan sus opiniones sobre la supuesta toxicidad del producto. En Cenni sul tabacco e dei modi di sua manifattura nella reale  azienda di Lucca, editado en 1862, el autor asegura que “non é vero che le sostanze amare di cui e composta la concia delle sue fasce siano nocive” (1)



De un modo u otro, el Cavour resultó un éxito de ventas y logró posicionarse como el cigarro más vendido en Italia y en todos los países con presencia de la inmigración italiana, al menos hasta finales de la década ochenta del siglo XIX. A partir de allí, esa supremacía fue paulatinamente perdida a manos del toscano (2) Pero el podio obtenido por el Cavour a lo largo de treinta años fue mucho más allá de los meros aconteceres mercantiles, ya que llegó a ser considerado el puro nacional de Italia y símbolo de la resistencia patriótica durante el proceso de unificación. Una interesante anécdota  pone en evidencia lo antedicho, involucrando al Cavour como rival del Virginia o Brissago, tan popular en Austria. En 1866, los italianos aprovecharon la guerra entre Prusia y Austria para declarar su propia guerra a este último país y anexarse el Véneto. Desde varios años antes, muchos italianos residentes en la región ponían en práctica una especia de “protesta pacífica” mediante el consumo del cigarro Cavour (símbolo de Italia) en lugar del Virginia, típico de Austria. Esto puede parecer una nimiedad a nuestros ojos actuales, pero evidentemente no lo era entonces, ya que el propio Maximiliano de Habsburgo, gobernador austríaco del Véneto, se vio obligado a dar explicaciones sobre el caso en el resumen de su gestión titulado Il Governatorato del Lombardo Véneto1857-1859. Allí habla sobre “l’uso dei sigari austriaci sostituti con sigari piamontesi, conosciuti come Sigari Cavour, che venivano introdotti di contrabando” La frase no necesita traducción y expone de manera efectiva la rebeldía popular expresada a través de dos artículos del tabaco.


Desde luego, el Cavour también supo ser rey de los puros peninsulares en la Argentina, con una nutrida importación y una no menos destacada manufactura local. De ello da cuenta, por ejemplo, el censo Municipal de Buenos Aires de 1887, en el que el puro que nos ocupa aparece como único representante del segmento cigarros entre la numerosa miríada de productos evaluados en base a sus precios mayoristas.  Lo  hallamos también en innumerables publicidades de tabacos y en el libro de stock del Ferrocarril Sud de 1898 que venimos analizando desde hace tiempo en Consumos del Ayer.  Allí,  con  8825 unidades a lo largo de 16 meses, se alza como el segundo en su tipo más vendido en trenes y estaciones de la empresa, detrás del toscano. Una última referencia ejemplificadora de su celebridad podemos encontrar en una foto de Caras y Caretas del año 1907, donde se lo puede ver  junto a otros cuatro puros (dos nacionales, un toscano y un Brissago) como ilustración  del consumo de tabaco en nuestro país.


El Cavour dejó de producirse en la Argentina hace mucho tiempo, a fines de la década de 1930. Lo propio sucedió en Italia en el año 1984, cuando el último ejemplar salió de una de las fábricas del Monopolio di Stato. Pero el autor de este blog ha logrado encontrar (o al menos eso cree) un cigarro español muy parecido a lo que debió ser el Sigaro Cavour en sus buenos tiempos: el Caliqueño español elaborado en Valencia (3). Por tal motivo, hicimos una degustación con espíritu histórico, tratando de encontrar alguno de aquellos viejos aromas y sabores olvidados.

                                                          CONTINUARÁ…

Notas:

(1) “No es cierto que las sustancias amargas de las que está compuesto el curtido de su capa son perjudiciales”.
(2) En la próxima entrada de este blog vamos a realizar un análisis pormenorizado de las razones económicas, culturales y sociales por las cuales el toscano pasó a liderar las ventas de cigarros italianos en todo el mundo a partir de 1890. 
(3) Por supuesto, y tal como es mi costumbre, en la segunda parte voy a exponer con mucho detalle las razones por las que encuentro esa similitud entre el Caliqueño y el Cavour.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Corredor profesional y toscanero aficionado

Domingo Marimón  nació en Barcelona, España, el 8 de mayo de 1903.   Con apenas unos días de vida   sus   padres desembarcaron en Buenos Aires a la búsqueda de nuevos horizontes laborales, como era muy común en esa época. Al poco tiempo,   su padre Agustín se radicó en Zárate para trabajar como mecánico en la industria naviera, y fue de allí, seguramente, donde  nació la posterior pasión de Domingo por el automovilismo y su mundo.  Como piloto profesional compitió en categorías como la Fórmula 1 Mecánica Argentina y el célebre Turismo Carretera. En el año 1948 ganó la edición de ese año del  “Gran Premio  de  la América  del  Sur”, la competencia más larga y peligrosa de automovilismo de aquel entonces,  que unía las ciudades de Buenos Aires con Caracas.  A  lo  largo  de  su actuación en el Turismo Carretera, se destacó por ser defensor de la marca Chevrolet, de la cual se dice que fue el creador del apodo "Chivo" (1) que la caracteriza aún hoy.


Por supuesto que  en este blog nos interesa otra de las aficiones de este recordado as de la velocidad, ya que se lo conocía popularmente como "toscanito" ¿El motivo? Era costumbre  de  él  andar siempre con un cigarro toscano en la boca, tal cual  lo demuestra el hecho de que la mayoría de las fotos que han sido guardadas para la posteridad  lo retratan saboreando el puro de tipo italiano, incluso en las situaciones de mayor tensión nerviosa, tan comunes al oficio del que era un ídolo popular consumado.   Conduciendo  raudamente  o posando, de traje elegante o con ropa de corredor, en la tapa de El Gráfico o en cualquier otra publicación, solo o acompañado, Domingo Marimón aparecía, invariablemente, haciendo gala de su gusto por los cigarros fuertes. En la siguiente foto, por ejemplo, se lo ve junto a otros dos ases de la especialidad: Froilán González y Juan Manuel Fangio.


Entre sus principales logros deportivos figuran el primer puesto en la primera etapa del Gran Premio Internacional de 1947, el primer puesto general en el ya mencionado Gran Premio de América del Sur de 1948 (más  conocido  como  carrera   “Buenos Aires -Caracas”)  y el primer puesto en la Vuelta de Santa Fe de 1950. Como dijimos, fue un fumador inveterado de cigarros toscanos desde su temprana juventud hasta su muerte, acaecida en 1981. A tal punto llegaba esa asociación de  imágenes entre su principal actividad y sus preferencias tabaquísticas, que sus amigos de Cosquín construyeron una réplica de un toscano de ocho metros de largo y la montaron sobre un camión para homenajearlo a su llegada del triunfo de Buenos Aires-Caracas en 1948.


Domingo Marimón, el amante de los toscanos, debe haber sido un testigo directo de los cambios producidos en la industria del tabaco en el transcurso del siglo XX, los que quizás lo haya obligado a cambiar de marca en varias oportunidades,   conforme aparecían y desparecían las distintas fábricas emplazas en nuestro país durante ese dinámico período. Hemos querido así rendir un tributo a este corredor de espíritu juguetón y temperamento aguerrido, que sigue siendo recordado por los fanáticos del automovilismo nacional.

Notas:

(1)  Según se dice, este apodo nació durante una competencia corrida entre Argentina y Chile. Una de las etapas más difíciles era realizar cierto cruce por caminos montañosos de la Cordillera de Los Andes. En esa competencia, Marimón se mostraba confiado con su medio mecánico,  al cual había bautizado como "chivo", ya que según sus propias palabras, ante una rueda de prensa, el piloto confesó: “sobre el comportamiento del auto, viaja bárbaro muchachos. Además, trepa como un chivo


martes, 8 de octubre de 2013

Calendario histórico del toscano en la Argentina: 1861-1971

Los historiadores profesionales aseguran  que la ciencia objeto de su especialidad  no debe basarse nunca en fechas precisas, y tienen razón.  Al decir,  por ejemplo,  que Constantinopla cayó ante los turcos el 29 de Mayo 1453,   no  significa que el mundo cambió de un día para el otro. Bien al contrario, ese hecho puntual señala el epílogo de una larga serie de acontecimientos políticos,  económicos  y  sociales que venían ocurriendo desde varios siglos antes.   Sin embargo,  nadie puede negar que  el establecimiento de un datado cronológico implica una gran ayuda para formar “bloques” temporales imprescindibles en el estudio del pasado. Con esa misma filosofía, vamos a presentar  un pequeño resumen de los acontecimientos más significativos en la historia del toscano en Argentina. Ello incluye tanto a los genuinos ejemplares italianos, que comenzaron a importarse a principios de la década de 1860, como a aquellos creados por la industria nacional, iniciada en 1875. De esa manera armamos un calendario que abarca algo más de 150 años, de los cuales 110 corresponden al devenir toscanero en nuestro país.


1818
En Florencia, capital del Granducato di Toscana, comienza la historia del cigarro toscano con las primeras elaboraciones artesanales.
1861
Primera importación argentina documentada de cigarros italianos, en cantidad de 220.000 unidades.
1865
Aunque el control público del Reino de Italia funciona desde 1861, en 1865 se establece oficialmente la AZIENDA TABACCHI ITALIANI (ATI), empresa encargada de manufacturar, comercializar, promocionar y exportar  los tabacos peninsulares. En nuestro país las importaciones crecen de manera sostenida: durante ese período anual arriban más de 1.200.000 puros de tal procedencia. Esto significa un aumento del 550% en apenas cuatro años.
1875
Juan Otero produce los primeros toscanos argentinos en su fábrica La Argentina, del barrio de Barracas. Para ello utiliza tabaco de Tucumán en el relleno y capa exterior de Virginia. Los cigarros son secados y curados en grandes estufas de piedra al fuego y humo de leña, imitando el proceso original del tabaco Kentucky empleado en Italia. Durante 1882 gana importantes premios en las exposiciones Continental y Rural por sus cigarros “tipo italiano”.


1883
En Buenos Aires se establece otra empresa tabacalera fuertemente especializada en cigarros italianos: La Virginia, de Donato Didiego. Entre 1889 y 1895 crece el número de fábricas que tienen al toscano entre lo más destacado de su elaboración: La Buenos Aires, en Capital Federal, La Suiza, en Rosario, Peirano Hermanos, en San Nicolás, y Miguel Campins, en Tucumán, son las principales.
1884
El monopolio tabacalero de Italia pasa a la órbita de la DIREZIONE GENERALE DELLE GABELLE (Administración General de Impuestos) Se profundiza así el control estatal sobre la industria del tabaco.
1893
El monopolio italiano vuelve a cambiar de manos administradoras, que se hacen más específicas. Ahora depende de  la DIREZIONE GENERALE DELLE PRIVATIVE (Administración General del Monopolio)
1901
Un juicio entre el importador oficial designado W Paats, Roche & Cía y la fábrica rosarina  La Suiza pone al descubierto la amplia falsificación que realizan  muchos fabricantes argentinos, utilizando etiquetas similares a los de los toscanos europeos genuinos.


1902
Comienza a funcionar la fábrica Avanti en el barrio porteño de Villa Urquiza, la primera enfocada exclusivamente en cigarros toscanos hechos con tabaco 100% argentino. Su inauguración oficial se lleva a cabo en 1904.


1910
No obstante la creciente manufactura local, las importaciones de cigarros italianos alcanzan proporciones extraordinarias. En el año del centenario nuestro país importa 91.000.000 de toscanos, que ya están constituidos como los puros de mayor aceptación en estas tierras.
1928
La Regia Italiana desembarca en Buenos Aires para importar sus productos sin intermediarios. Para ello establece la SATI (Societá Anonima Tabacchi Italiani). En 1933 abre una gran factoría en el barrio de Villa Real, donde produce toscanos y varias marcas de cigarrillos. En la confección de unos y otros emplea un blend de tabacos argentinos y extranjeros. Desde ese momento y por los treinta años siguientes, Avanti y Regia Italiana son las dos marcas líderes dentro del rubro.


1940
El consumo de toscanos llega a su apogeo. Una estadística publicada ese año indica que los habitantes de este país fuman anualmente 190.000.000 de puros toscanos, entre nacionales e importados.
1946
Italia se convierte en república tras la abdicación de su último rey, Humberto II. En cierto modo, este hecho marca una bisagra en la historia toscanera mundial. Las costumbres cambian y los toscanos entran en un lento pero sostenido ocaso.
1956
La Regia Italiana decide cerrar sus delegaciones en el exterior, incluyendo la SATI de Argentina. Esto se hace efectivo dos años después.
1958
En vista de las ventas declinantes de la última década, la Compañía Introductora de Buenos Aires cierra su planta Avanti de Buenos Aires y concentra las operaciones en Posadas, Misiones.
1971
Cierra definitivamente Avanti de la CIBA. En los años siguientes, la marca pasa sucesivamente por las manos de varias pequeñas empresas. Las glorias del toscano son sólo un recuerdo de tiempos pretéritos.

Muchos se preguntarán por qué elegimos el cese de actividades de la fábrica Avanti como final de esta historia, siendo que los toscanos continuaron fabricándose hasta el día de hoy. Es muy simple: los años setenta del siglo XX  marcaron el final de una época, en la que últimos y “verdaderos” aficionados al puro de estirpe itálica -pertenecientes a una generación nacida por el 1900-  iban despareciendo, como bien lo evidencia el cierre de la principal manufactura que existió en estas tierras.


Próximamente pondremos la lupa  sobre cada una de las etapas apuntadas con el fin de analizar  los diferentes procesos que generaron el éxito del toscano en la Argentina: desde el cigarro raro y exótico fumado en los ghettos italianos hasta el artículo masivo consumido por millones de personas sin distinción de nacionalidades.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

El dato que tanto buscábamos: la primera importación argentina de cigarros italianos

En este blog hemos hecho referencia frecuente a uno de los mayores interrogantes sobre la historia del cigarro toscano en nuestro país: ¿cuál fue el año de la primera importación desde Italia? Debo decir que  hasta hace poco no tenía muchas esperanzas de encontrar la correspondiente respuesta, ya que para ello consideraba inevitable el trabajo de investigar en los antiguos archivos del Monopolio di Stato, los cuales son asequibles en bibliotecas especializadas y dependencias oficiales italianas. Dicho de otro modo: la solución  iba a llegar el día que contara con el tiempo y los recursos necesarios para viajar hasta aquel país con el propósito de acceder a los registros en cuestión. Con ese  panorama  poco alentador en perspectiva, grande fue la sorpresa al toparme con una información de primer orden, antigua, oficial e irrebatible, y todo ello sin moverme de mi silla ubicada frente a la computadora. Como dice un amigo, San Google fue el principal responsable del venturoso e inesperado descubrimiento.


Fue así que realizando una búsqueda bastante ajena al tema de referencia vine a dar con un antiquísimo volumen titulado “Estadística de la Aduana de Buenos Aires” (1), que consiste en el resumen de todos los movimientos del comercio exterior argentino durante el período 1861-1865.  El compendio es ciertamente extenso (755 páginas),  pero constituye una verdadera joya para quienes nos gusta sondear en esos viejos temas, dado que presenta todos los artículos importados por nuestro país de acuerdo con sus distintos tipos y procedencias. No nos extenderemos ahora sobre la enorme y valiosa información  plasmada en cuanto a alimentos y bebidas (2), sino que haremos hincapié en un rubro específico: el de los “cigarros de hoja”. La observación detallada del informe indica que el comercio tabacalero era sumamente importante y que sus protagonistas eran muy diversos. Italia es uno de los países destacados en productos como aceites, vinos, quesos, papeles y textiles, pero lo bueno es que ya en 1861 se declara un ingreso del ítem cigarros de hoja (puros),  por la cantidad de 220 millares, es decir,  220.000 unidades.  No es mucho si la comparamos con los productos equivalentes  importados de otras naciones en el mismo período anual: 2.632.000 de Paraguay (3), 1.609.000 de Cuba (4), 1.482.000 de Holanda, 1.285.000 de Alemania (5) y 1.053.000 de Brasil, citando sólo las principales.


No obstante, el renglón tabacalero correspondiente a Italia continúa apareciendo en los años siguientes y muestra un aumento paulatino que refleja la buena repercusión obtenida entre su masa de consumidores, compuesta seguramente por miembros de la entonces  incipiente colectividad peninsular radicada en nuestras tierras. Las siguientes son las cantidades de cigarros italianos importados desde 1861 hasta 1865:

1861                                         220.000
1862                                         402.000
1863                                         740.000
1864                                       1.028.000
1865                                       1.267.000

Ahora bien,  a  falta de mayores especificaciones, surge una duda: ¿podemos estar seguros de que el renglón “cigarros de hoja” incluye a los toscanos? Aunque la Italia de 1861 manufacturaba varios tipos de puros, sabemos que los más populares eran el Cavour, el Toscano y el Virginia o Brissago. Tal vez sería suficiente con decir que tengo esa certidumbre, pero siempre me gusta brindar indicios históricos más concretos que mi sola palabra. Hay muchas pruebas documentales para señalar desde 1818, el año en que los cigarros toscanos fueron “descubiertos” (6), pero elijo una que  me parece bastante reveladora por su valor testimonial y su coincidencia con la época de nuestro interés. En la obra Ressegna storica del Risorgimiento, Ricardo Rocca deja constancia del reclamo elevado por los combatientes durante la guerra contra Austria de 1866. Según el autor, la queja fue originada por el hecho de que en la remesa de tabaco enviada por la intendencia del ejército “non vennero spediti sigari Cavour da 5 e 7 centesimi, Virginia e Toscani”. Más claro imposible: los soldados  protestaban por la falta de sus puros favoritos, que no eran sino los tres más populares en ese tiempo. Así, por motivos de lógica elemental, es francamente poco probable que las importaciones argentinas de esa misma década omitieran a los módulos más exitosos y con mejores posibilidades de venta.


Para terminar, cabe preguntarse si no habrán llegado cigarros italianos con anterioridad a 1861. Tal vez, pero de ser así se trató de ingresos ocasionales, en cantidades muy pequeñas  y  en forma totalmente aislada.  Recordemos que  el año 1861 marca el comienzo  de  la unidad italiana  (hasta entonces estaba dividida en varios estados independientes), y que en esa misma fecha se constituyó el estanco del tabaco en todo el reino, junto al control de la promoción, del comercio y de las 14 manufacturas dispersas por el territorio bajo una única administración estatal. Difícilmente se puedan encontrar registros de importaciones anteriores, dado que,  de haber existido,  provendrían de pequeñas naciones carentes de relación comercial con nuestro país. Por eso y por todo lo visto, bien podemos tomar a la de 1861 como la primera importación  local de cigarros italianos, que dio inicio a la historia del toscano en la Argentina.


 Notas:

(1) Como no tengo mucha confianza en la durabilidad de los links generados a partir de búsquedas, prefiero ofrecer aquí la frase exacta para realizar el sondeo que va directo al libro, en caso de que alguien esté interesado. Debe buscarse del siguiente modo: “Estadística de la advana de Buenos Aires”, siempre entre comillas y con la palabra advana textual, con v.
(2) Oportunamente le vamos a dedicar varias entradas en el blog Consumos del Ayer.
(3) Paraguay es el único de los países cuyo número de cigarros no se asentó en unidades sino en arrobas, la antigua unidad de medida que aquí correspondía a unos 12 kilos. Igualmente plasmé el número en unidades, haciendo la cuenta de las arrobas multiplicadas por 12 (para pasarlas a kilos), y luego por 200, que es la cantidad aproximada de cigarros que contiene un kilogramo de tabaco.
(4) Correspondiente al año 1862.
(5) En el siglo XIX Alemania era una potencia productora de puros con base en las ciudades de Bremen y Hamburgo. Muchas antiguas publicidades argentinas de la época señalan la oferta de aquellos cigarros, especialmente de los renombrados Hamburgueses. 
(6) Dicen que los toscanos nacieron accidentalmente luego de que cierto chaparrón empapó unos fardos de tabaco expuestos a la intemperie. Esa materia prima fermentó por la humedad y los cigarros resultantes hicieron furor entre el público. De acuerdo con esta especie de leyenda, así habría dado comienzo la saga toscanera italiana. La versión es tan simpática como poco creíble por muchísimas razones que no nos pondremos a enumerar. De todos modos, hay registros fehacientes de que en la década de 1820 ya se los producía de modo regular en su terruño de origen: el entonces Granducato di Toscana


miércoles, 11 de septiembre de 2013

Sondeando el "vero toscano" del 1900

Hasta mediados del siglo XX, el auténtico toscano italiano estaba representado por un único modelo de cigarro. Es decir que su simple mención hacía referencia inequívoca a un producto muy definido, sin segmentos diferenciales de calidad o precio. Pero a partir de la década de 1950, ese antiguo carácter solitario comenzó a modificarse mediante la paulatina aparición  de nuevos módulos con variadas singularidades de elaboración y jerarquías de valor.   Así, la palabra “toscano” pasó a definir un artículo genérico con ciertas características emblemáticas, pero segmentado conforme a toda una gama que se fue volviendo más compleja con el correr de los años.   Hoy existe una veintena de toscanos italianos diferentes  (1), aunque muchos de ellos no pasan de ser ediciones especiales que permanecen a la venta por algunos años. No obstante, los escaños básicos reconocidos son Toscano Clásico, Toscano Extra Vecchio, Antico Toscano, Toscano Garibaldi, Toscano Antica Riserva y Toscano Originale.


Desde luego que la intención de este blog no es analizar el presente toscanero de la península itálica (para ello hay muchos sitios en internet),   sino sondear el pasado del cigarro puro más fumado en la Argentina de antaño.   En ese orden de cosas  -y teniendo en cuenta que el auténtico cigarro de Italia se consumía en nuestro territorio desde la década de 1860 (2)-  siempre nos preguntamos cómo serían aquellos prototipos en cuanto a aroma y sabor. Así fue que, en ocasión de un viaje realizado  hace un par de años, tuve la oportunidad de charlar con dos aficionados italianos conocedores del tema.  Uno de ellos,  consultado sobre cuál es el toscano actual más parecido al toscano histórico,  no titubeó en dar una respuesta categórica:  el Toscano Originale.  Esa afirmación tiene mucho sentido si nos atenemos al nombre mismo del producto: “originale”, es decir, original. Pero se trata, en principio, de una simple denominación marcaria, no necesariamente relacionada con el puro  histórico de nuestro interés. ¿O sí? ¿Será, después de todo, el más parecido a  los toscanos de hace cien o ciento veinte años? Sólo había una manera de estar seguros: mediante una degustación.


La afortunada conducta que seguí durante varios años,   consistente en comprar toscanos genuinos cada vez que pude viajar a Europa por motivos laborales, permitió que encontrara varios ejemplares del Originale entre mis existencias tabacaleras. Para la ocasión de marras no dudé en convocar al aficionado toscanero más experimentado del país, quien frecuentemente nos acompaña en todas las catas de tabacos y bebidas que realizamos en Consumos del Ayer: Enrique Devito. Fue él quien tuvo la feliz idea de encontrarnos en un conocido bar  frente a la Plaza San Martín durante las últimas horas de una inusualmente templada tarde de Septiembre. Cómodamente ubicados en el sector de la vereda y acompañados por una buena cerveza negra, nos embarcamos en esta  búsqueda sensorial de los aromas y sabores que experimentaban los fumadores de toscanos importados en la Argentina de fines del  XIX y comienzos del XX. Pero antes de volcar aquí nuestras impresiones, digamos sobre este buen  Originale que es un cigarro de alta gama hecho íntegramente a mano con tabaco Kentucky 100% norteamericano (3). Una vez confeccionado, se lo estaciona por 12 meses antes de su salida a la venta.


Luego  de  un  corte  y  encendido  impecables,  comenzamos  a  apreciar  algo verdaderamente singular. A diferencia de otros tipos de toscanos, siempre potentes y corpóreos al extremo,   no revelaban de manera tan vehemente los típicos efluvios ahumados de su elaboración (el tabaco Kentucky es curado a fuego de leña), sino que ofrecían un carácter mucho más elegante, de silueta mineral, que nos recordaba a los viejos toscanos nacionales fumados en otras degustaciones anteriores. El sabor se manifestaba asimismo delicado, nada cálido ni “picante”, en sintonía con la percepción olfativa. En otras palabras: estábamos frente a un puro de muy alta calidad, envolvente pero equilibrado, bien  representativo de la mejor tradición histórica en la materia. Así fue desde la primera pitada hasta el final. Después de todo, aquel conocedor italiano estaba en lo cierto: el Originale es lo más parecido que existe en nuestros días al antiguo toscano de la península.



















Así concluimos esta cata especial, con la satisfacción de haber experimentado algo muy similar a lo que fumaron tantos inmigrantes arribados en los viejos tiempos. Un aroma, seguramente,  parecido al que pobló  bares, cafés y fondas de Buenos Aires desde 1880 hasta 1940, entre comidas, charlas y partidos de naipes.

Notas:

(1) Además de los mencionados, podemos señalar los siguientes: Toscano Originale Milenium (hecho especialmente para la llegada del año 2000), Toscano Originale Selected, Toscano Originale 150 (lanzado en 2011 por los 150 años de la unificación italiana), Toscano 1492 y Toscano Soldati (en homenaje al escritor Mario Soldati). También hay un grupo de aromatizados (anís, café, grappa y chocolate amargo) y otro de presentaciones en formato amezzato, es decir medios toscanos: Toscanello, Toscanello Speciale y Garibaldi Amezzato.


(2) Por ahora, esa es una teoría de la que no he podido obtener pruebas incontrovertibles, aunque estoy casi seguro de ello y sigo buscando indicios al respecto. Hasta el día de hoy sólo tengo una certidumbre concreta y documentada sobre la importación de cigarros italianos a partir de 1885. 
(3) Ya lo dijimos en alguna oportunidad anterior: la industria peninsular  recurrió siempre al tabaco de Norteamérica, y sólo ocasionalmente al cultivado en su propio territorio. Hoy, en los toscanos más caros (del Antico para arriba) se utiliza materia prima de USA, y tabaco italiano para los modelos más económicos. 

jueves, 29 de agosto de 2013

Sombras del pasado

La unificación italiana en 1861 tuvo, como todo proceso de estado fundacional, una primera etapa de ordenamiento político y administrativo. La economía, por ejemplo, se encontraba completamente fragmentada según los diversos estados preexistentes (1). En ese contexto, la industria del tabaco era una de las más desarrolladas,  aunque su fuerza estaba desperdigada por todo el territorio. Para ese entonces, catorce manufacturas funcionaban simultáneamente en Torino, Sestri Ponente, Cagliari, Milano, Firenze, Lucca, Massa, Parma, Modena, Bologna, Chiaravalle, Napoli, Cava dei Tirreni Lecce. La actividad fue rápidamente monopolizada por el estado mediante el sistema del estanco, por lo que todas ellas pasaron a formar parte integrante de su órbita de control. Muchas subsistieron en su ubicación original hasta bien entrado el siglo XX, pero lentamente fueron sufriendo un progresivo proceso de cierre y abandono motivado por la debacle de la industria tabacalera, hasta que las operaciones se concentraron en las dos únicas plantas habilitadas en nuestros días: Lucca y Cava dei Tirreni.


Por estas latitudes, mientras tanto, los años posteriores al 1900 fueron testigos del nacimiento de la más importante fábrica de toscanos de la historia nacional: Avanti, del barrio de Villa Urquiza (2). En 1928, otra firma de gran envergadura vino a competir de la mano del propio gobierno de Italia:  la SATI (Societá Anónima del Tabacchi Italiani) (3), que hacia 1933 inauguró una enorme factoría en José Pedro Varela 5451, por el barrio porteño de Villa Real. Ahora bien, ¿qué fue de aquellas viejas fábricas de toscanos (al menos, de sus edificios), tanto en Italia como en Argentina? Los vestigios actuales hablan de muy diferente suerte. A continuación,  observemos el estado de los inmuebles italianos correspondientes a las ex manufacturas de Módena y Torino, respectivamente.



Es fácil apreciar que, aunque las edificaciones ya no son pertinentes a su antiguo uso, han sido conservadas para otros propósitos,   pero manteniendo puntillosamente sus estructuras y detalles arquitectónicos. Nada de eso ocurrió aquí, desde luego. Si acaso nos damos una vuelta por la manzana donde otrora se alzaba la gran fábrica Avanti, delimitada por las calles Roosevelt (antes Guanacache), Burela, Ceretti y Cullen, (cuya estampa podemos apreciar al principio de este párrafo en una vieja foto aérea de 1927), sólo encontraremos un predio en el que se alzan  varias torres en block, construidas hacia fines de la década de 1960 por el Banco Hipotecario Nacional. Recordemos que la Compañía Introductora de Buenos Aires desafectó su planta toscanera porteña en 1958, para concentrar todas sus operaciones en Posadas, Misiones, hasta que finalmente abandonó el negocio del tabaco en 1971.


Lo lógico sería pensar que la buena fortuna de las construcciones peninsulares se debe a su carácter estatal,   pero la realidad es que los dos casos presentados en esta entrada (a título de ejemplo, ya que hay otros) han sido oportunamente transferidos y tienen hoy un destino completamente ajeno al gobierno de Italia: la sede de una empresa privada, en un caso, y un conjunto de viviendas tipo loft, en el otro. Volviendo a nuestra Buenos Aires, si nos movemos unas treinta cuadras hacia el oeste-sudoeste, arribamos a la manzana de José Pedro Varela, Virgilio, Ramón Lista y Moliere, en la que otrora se erguía orgullosa la SATI. Y el resultado  es todavía más penoso y desconsolador, ya que allí se aprecia un predio insólitamente baldío (4), donde sólo subsiste un pedazo semi demolido sobre la esquina de José Pero Varela y Virgilio. Vale aclarar que la historia de la SATI como empresa vinculada al estado italiano culminó entre 1956 y 1958, perdurando luego algunos años en manos de otra razón social formada por sus antiguos trabajadores. Más tarde fue la sede de cierta empresa de productos químicos, hasta que un violento incendio ocurrido en 1996 acabó con lo poco que quedaba de sus ladrillos primigenios.



Todavía se producen toscanos en Italia y en Argentina, si bien nada es igual en ninguno de los dos países. Y eso no es malo, puesto que  se trata de las modificaciones lógicas que ocurren en el mundo a través del tiempo. Pero también, si Einstein tenía razón, volver al pasado no es del todo imposible. Y mucho menos a través de nuestra mente, como dice una bella frase del cine: todos tenemos nuestra propia máquina del tiempo: los viajes al pasado se llaman recuerdos, y los viajes al futuro se llaman sueños.

Notas:

(1) Ellos eran el Reino de Cerdeña (que abarcaba Cerdeña y Piamonte), el Reino de las Dos Sicilias, el Reino de Lombardía y Venecia, los Estados de la Iglesia y los Ducados de Parma, Modena y Toscana.
(2) La historia de esta marca fue analizada en el blog Consumos del Ayer en dos entradas:
También hicimos una degustación de antiguos ejemplares fechados en la década de 1950:
(3) La historia de esta marca fue analizada en el blog Consumos del ayer en dos entradas:
También hicimos una degustación de antiguos ejemplares fechados en la década de 1940:
(4) Las fotos actuales de los predios Avanti y SATI fueron sacadas muy recientemente, en Agosto de 2013. En el segundo caso pude ver un puñado de vehículos y algunas maquinarias trabajando con la identificación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Una obra? Tal vez, pero todavía no parece haber suficientes indicios como para aseverarlo.

miércoles, 17 de julio de 2013

Una nota sobre la industria toscanera nacional en 1942

Aunque el toscano ya no era una “moda” como a principios del siglo XX, el primer quinquenio de la década de 1940 bien puede ser señalado como su etapa de mayor  expansión en términos de volumen. Con un amplio porcentaje del mercado en manos de las fábricas Avanti y Regia Italiana, el cigarro de estilo italiano por excelencia se encontraba en boca de millones de habitantes del país. La mayor parte de la manufactura nacional empleaba tabacos cultivados en las provincias del NEA, especialmente Criollo y Kentucky de Misiones, si bien existía una pequeña importación de materia prima norteamericana. La importancia de esta rama singular del quehacer tabacalero quedó registrada en una nota publicada por la revista MAN (iniciales del Ministerio de Agricultura de la Nación), que le dedicó cuatro amplias páginas en su edición Noviembre-Diciembre del año 1942.


La nota de referencia no es técnica ni detallada en cifras sino más bien visual y fotográfica, con un pequeño texto genérico cuyo valor histórico, no obstante, es digno de ser destacado. Tal vez pocas personas tengan hoy alguna idea sobre la envergadura de la producción toscanera de entonces. El texto comienza señalando que otra de las industrias que se ha colocado entre las principales del país por la perfección y el volumen de su producción es la de los cigarros del tipo conocido con el nombre de “toscanos”. Fábricas montadas con los más modernos elementos técnicos, utilizando el acreditado tabaco nacional, y aprovechando también la maestría adquirida por la mano de obra netamente argentina, elaboran mensualmente alrededor de 20 millones de unidades de estos excelentes cigarros, entre los que se incluyen los clasificados como “medios toscanos", que se expenden en el comercio en paquetes de cinco unidades.



















Luego continúa: estas importantes manufacturas dan trabajo a gran número de obreros, especializados en su mayor parte, pues la confección de los cigarros es puramente manual, oficio que exige además de la destreza una larga experiencia en la selección de los tabacos, para acertar con el gusto del consumidor y mantener inalterable la calidad del producto. Puede servir de índice de referencia para calcular el número total de obreros tabacaleros que trabajan en las diversas fábricas existentes en la Capital Federal e interior del país, el saber que sólo en el establecimiento donde se tomaron las fotografías que ilustran la nota se ocupa a más de mil personas de ambos sexos (1).















Para finalizar, el artículo destaca que la producción argentina de este ramo de los cigarros del tipo toscano abastece en la actualidad las necesidades del mercado interno, y el excedente es exportado al Uruguay, Perú y Chile. Sin dudas, un notable testimonio del período dorado en la historia del cigarro puro que nos ocupa en este blog. Muy pronto presentaremos más documentos reveladores sobre el pasado toscanero argentino en sus mejores épocas de gloria.

Notas:

(1) Esa cifra, unida a otros datos textuales y a ciertos detalles en las fotos, lleva a pensar que la fábrica en cuestión no es otra que Avanti, la más importante de ese entonces.

domingo, 7 de julio de 2013

Importación de toscanos italianos entre 1888 y 1911

Aunque no disponemos aún de una fecha precisa, sabemos que la fabricación nacional del ramo toscanero se inició entre  1875  y  1881  de  la  mano  de  Don  Juan  Otero, propietario de la mítica fábrica La Argentina, del barrio de Barracas. También creemos que la importación de cigarros italianos es anterior a  esa  fecha,  y  que probablemente se remonta a mediados del decenio de 1860. Pero  lo  que  es  seguro  es  que  los principales puros itálicos (Cavour, Brissago y Toscano) ya llegaban con  regularidad y buena repercusión a mediados de la década de 1880.  En su trabajo  Aroma d'Italia. Emigrazione italiana  e Monopolio dei tabacchi fino alla Grande Guerra (1) el profesor Luca Garbini ofrece algunas cifras bastante reveladoras durante el período 1888-1911, que me permitieron elaborar un cuadro sobre los números concretos del toscano discriminados del resto de los cigarros (2).


Los guarismos presentados en la monografía sólo exponen exportaciones totales separadas en cuatro tipos de productos, entre los que se cuentan Tabacchi da fiuto, Trinciati, Sigari y Sigaretti. El grupo que nos interesa,  es  decir  sigari,  puede  ser desmenuzado de acuerdo con algunas aclaraciones que el autor expresa de manera  muy precisa:  el  80% de las exportaciones italianas de cigarros estaban destinadas a    la Argentina. Luego, de ese total, el 85% corresponde a toscanos.   Las  cifras  están expresadas en kilogramos, lo cual debe ser multiplicado por 200, que es la cantidad de cigarros que se pueden confeccionar con un kilo de tabaco (siempre de acuerdo con Garbini, que a su vez toma todo eso de los viejos balances del Monopolio di Stato) (3). Los ejercicios abarcan  el segundo semestre de un año y el primero del otro. Así, tenemos las siguientes cantidades:

1888-1889                   24.400.000
1889-1890                   23.900.000
1890-1891                   21.000.000
1891-1892                     4.100.000
1892-1893                   13.200.000
1893-1894                   14.000.000
1894-1895                   25.500.000
1895-1896                   32.500.000
1896-1897                   38.000.000
1897-1898                   30.200.000   
1898-1899                   38.500.000
1899-1900                   47.200.000
1900-1901                   39.700.000
1901-1902                   49.100.000
1902-1903                   49.400.000
1903-1904                   24.800.000
1904-1905                   34.200.000
1905-1906                   52.900.000
1906-1907                   52.900.000
1907-1908                   68.100.000
1908-1909                   89.500.000
1909-1910                   91.700.000
1910-1911                   87.500.000 

En líneas generales, se puede decir que durante todo el período señalado fueron aumentando a la par de la llegada de inmigrantes peninsulares, pero resulta muy interesante analizar ciertos derrumbes bastante fuertes que se producen en 1891/92  y 1903/04. Según el propio Profesor Garbini,  el primero tiene que ver con la crisis económica que se produjo en nuestro país en 1890, cuyas secuelas se  sintieron  hasta  mediados  de  la  década  (lo  cual  queda perfectamente reflejado en los números correspondientes). La caída de 1903, en cambio, está relacionada con el vencimiento y la no renovación del contrato celebrado en diciembre de 1897 con la casa importadora W Paats, Roche y Cía por cinco años para la introducción de los toscanos en nuestro país.  Teniendo  en  cuenta  que  ese  vencimiento se hizo efectivo en diciembre de 1902, y  que  el  siguiente  introductor (Roberto De Sanna) fue designado recién en 1904, queda muy claro que el motivo de la merma en las ventas tuvo un origen netamente comercial. Es muy posible que durante todo ese período anual sólo se hayan vendido los remanentes de stock, a falta de un importador efectivo.


Los tiempos del centenario argentino coincidieron con el auge toscanero nacional, que se mantuvo vigente por casi treinta años merced a la fabricación vernácula (principalmente)  y a una importación  sostenida con altibajos hasta 1958, cuando la Regia Italiana se retiró de nuestro país. Luego siguió un lapso de más de 30 años sin cigarros italianos genuinos en las cigarrerías patrias. En  los años noventa del siglo pasado hubo un efímero retorno, cuando el “uno a uno” motivó que un importador volviera a traerlos hacia estas tierras. Pero eso también se terminó en diciembre de 2001, como todos sabemos. Hoy por hoy, para conseguir un vero toscano, hay que pasar por Europa.

Notas:

(1) Nuevamente pongo a disposición de los interesados el link al escrito en cuestión, en su idioma original. http://www.storiamarche900.it/uploads/File/Garbini%20n.34.pdf
(2) Garbini ofrece estadísticas desde el ejercicio 1884/1885, pero preferí omitir los primeros años puesto que no estoy seguro de que el toscano representara el mayor porcentaje de las ventas argentinas por ese entonces.  Muchos indicios (que espero confirmar con certeza en el futuro) me indican que el Cavour gozó de un consumo igual o incluso mayor que el toscano hasta finales de la década del 80.


(3) Si algún día llego a disponer del tiempo, los recursos y los contactos necesarios, tengo  pensado  hacer  un  viaje  a  Italia  para  investigar  los  viejos  archivos del Monopolio. Allí voy a encontrar  muchas de las respuestas a las preguntas que tanto nos hacemos en este blog, y ello será de manera clara, oficial e inequívoca. Por ejemplo, cuándo fue exactamente la primera exportación italiana de toscanos hacia la Argentina.